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miércoles, 27 de abril de 2016

REMEMBRANZA

En la urbanización El Rosario en Mijas Costa había un gran paseo entre los bosques que llevaba a un camping, el camping costaba 400 euros y yo me daba cuenta de que disponía de ese dinero para el mes de septiembre, pues yo estaba con mi familia en un chalet pero con mi dinero me podía quedar un mes más. El problema era que no tenía más dinero que para pagar el camping y luego me faltaría comida y de beber y de fumar. Creo que fue porque me faltara de fumar por lo que no cogí el camping en septiembre y luego estaba el problema del billete de regreso de vuelta a mi ciudad de origen, así que eran varios problemas ya: no tener comida, no tener que beber, no tener que fumar y no tener billete de vuelta. Sin embargo estuve pensando largo rato cómo podría organizarme, se me ocurrió que podía pedir comida a amigos y pescar en el mar y luego recoger colillas del suelo para migarlas en un papelillo y poder fumar. A una caña siempre me invitarían los amigos pero no tenía dinero para el autobús para ir a verlos, ellos podrían venir a verme a mi...¿Y qué hacer sin dinero ni comida durante todo el día y así durante un mes? En el fondo era una locura pero podía haberlo hecho, había hecho cosas peores, sin duda era la mayor aventura de mi vida quedarme en el camping...¡No lo hice por miedo a quedarme colgado! En el fondo quizás me hubiera podido buscar un trabajo y quedarme a vivir en el camping. La idea era tan peregrina que no la compartí con nadie ni la dije en mi casa pero estuve pensando toda una tarde en quedarme en el camping...¿Me hubieran dejado dinero? En esos momentos claro que no...¿Y cómo regresar a mi ciudad de origen? No tenía ningún sentido.

Por la noche en la urbanización El Rosario cantaba una lechuza y yo me comunicaba con ella y me encantaba escucharla, en otras ciudades y en otros países también había escuchado una lechuza por la noche, para mi fue el verano de la lechuza, escucharla todas las noches era algo mágico.

Me despertaba a las nueve de la mañana a escribir mis artículos y todos los artículos los escribía a las nueve en punto y al compartirlos por Facebook y Google Plus decía siempre "El artículo de las nueve" y me sentía satisfecho de haber trabajado, me acostaba yo siempre a eso de las once de la noche y no salía a esas horas a ninguna parte, pero por la tarde me bajaba a los bares y desde los bares una vez, en una cabina cercana, llamé a mi psiquiatra y estuve hablando un rato con él, se alegró de que estuviera bien, sabía que le debía dinero pero le conté mi situación y lo comprendió y ahora o tengo con él una deuda de 300 euros o me la ha perdonado, porque el caso es que nunca volví a saber nada de él después de esa llamada. Era muy buena persona.

Todo ésto ocurrió en el mes de agosto del verano del año 2014, yo todavía tenía la barba negra y no me habían salido canas todavía y además el pelo de la barba lo tenía duro y negro y espeso y luego en un par de años se me puso ralo y blanco, envejecí muchísimo y me afilié a la cofradía de las barbas canosas.

Algo pasó con mi tarjeta bancaria, me deshice de ella, la corté en cachitos y la tiré por un sumidero, creo que me dio una paranoya con mi tarjeta bancaria y desde entonces no he vuelto a tenerla.

Me encontré unas gafas en la playa que costaban 90 euros y mi hermana me las compró por diez y con esos diez euros y algo que me prestaron cené en un restaurante hindú con mis amigos. Fue una buena noche. Esa noche llegué a media noche a mi casa, la vez que más tardé regresé.

No sólo me encontré unas gafas, también me encontré una moneda de dos euros y me compré dos latas de cerveza en un supermercado y una tarde me encontré un billete de cinco euros tirado en la calle de la urbanización y me tomé una cerveza Guinnes y le pedí al camarero que me hiciera una foto bebiendo, el camarero era mucho más alto que yo y en la foto que me hizo parezco enano y cabezón, aún así la compartí en el Facebook.

La Guinnes costaba 4.50.


Recuerdo que estaba entonces bastante delgado.

Mi jefe me pagó una vez 30 euros y otras dos veces 30 euros también, iba al banco de Marbella y me sacaba los 30 euros íntegros y me quedaba por el pueblo tomando unas cañas y luego volvía en autobús todo contentillo. La verdad es que aquel verano mi jefe me pagaría cómo unos 100, 150 euros y con eso tiré todo el mes de agosto porque tenía comida y techo en el chalet de mis padres que era alquilado. La mayor parte de la veces me compraba latas de cerveza que me bebía en la playa y también viajé a ver a unos amigos pero el billete de autobús era sólo uno con veinte y llegabas en 24 minutos.

Yo estaba a 24 minutos de donde vivían mis amigos y alguna vez que otra hice el trayecto andando por la playa y entonces tardaba 45 minutos caminando bajo el sol.

Esa caminata me agotaba y luego no tenía fuerzas para nada más así que siempre que podía cogía el autobús.

Estuve aquel verano de bastante buen humor, y eso fue lo mejor y más importante.

A los dos días de irnos la urbanización se quemó por completo y salió en las noticias, mi madre había soñado que sucedería eso y yo también había soñado lo mismo. Mi madre y yo habíamos soñado a la vez que la urbanización se quemaba y luego sucedió tal cual. Nos impresionó un poco a todos. Pasó tal cual lo soñó mi madre y parecido a lo que había soñado yo.

Entonces me di cuenta de que el psiquismo que yo tenía me venía de mi madre.

Pensé si sería por eso por lo que me volvía loco a  veces o por lo que me había vuelto loco.

Una vez vi bajar una figura negra del cielo y meterse en la piscina, me di cuenta de que estaba teniendo una alucinación derivada del cansancio y la luna y me acosté a dormir, algo impresionado. No recuerdo muy bien cómo fue pero no estaba asustado, y si de alguna manera conmovido. Tal vez fuera un hada o un elfo o una ondina.

Ese verano escribía historias de amor en un blog que decoré con un automóvil de bella factura, eran historias de amor muy profundas en un blog que me abrí con una cuenta de hotmail. Un día escribiendo me dio una paranoya y lo dejé, me estaba cargando mucho psíquicamente, las historias eran buenas pero muy tristes y yo prefería que no se supiera quién era el autor. No sé qué me pasó pero una noche escribiendo me sentí fatal y abandoné el blog y no volví a abrirlo y ahora ni siquiera recuerdo cómo lo titulé, está perdido en la Red entre montañas y montañas de información y ya lo he olvidado. En un principio escribía para desahogarme pero luego algo me pasó, quedé muy afectado al leerme a mi mismo y tuve que dejarlo, me sentía fatal. No recuerdo bien qué me pasó pero pasé mala noche aquel día, una sensación muy desazonante y descorazonadora.
Sin embargo recuerdo que una de las historias debería haberla guardado porque era genial y estaba muy bien escrita, aunque fuera el relato de un loco.

Luego enloquecí y me pensaba que me estaban hakeando las cuentas del móvil y que tenía un haker que quería hacerme daño y que había bloqueado todas las cuentas de mi correo hotmail, mi cuñado me ayudó a tranquilizarme pero yo pensaba que había alguien por ahí en la red que quería perjudicarme y durante un tiempo pensé que alguien me espiaba y me perseguía por la calle y miraba las caras de la gente cuando pasaban junto a mi dentro de sus coches, por si reconocía a alguna persona pero todo fueron imaginaciones mías.

Estaban terminando las primaveras árabes y yo pensaba de todo, desde que me acechaban terroristas islámicos hasta que un admirador de una amiga mía se había puesto celoso conmigo y había contratado a alguien para perjudicarme.

Así fue cómo tuve al menos tres paranoyas ese verano, pero estaba medicado y lo que pasaba es que me había tirado tiempo sin tomar la medicación aunque ahora la estuviera tomando y por eso me daban neuras y paranoyas, también a veces me encontraba sin saber por qué de un terrible más humor y todo era porque me había estado quitando la medicación dos años.

Paseaba por la calle pensando que yo era el objetivo de un grupo extraño o terrorista y pensaba que en cualquier momento me podían matar. Sin embargo no hice ningún comentario para que no me subieran la medicación y se me pasó con el tiempo.

El caso es que mis cuentas de hotmail nunca más las pude volver a abrir.

Recuerdo el sabor de la cerveza ese verano en un parque en el que tiraban basuras pero la suciedad cómo que te hacía compañía. Allí entre la suciedad de ese parque al que por marrano no iba nadie me tomaba las cervezas que me compraba en el supermercado en vez de tomarlas en la playa porque así al menos estaba a la sombra de los frondosos árboles con mis pantalones de ciclista y mis gafas de sol. Me sentía protegido en aquel lugar y me hacía fotos, las cervezas del super estaban calientes pero me daba igual porque era cómo beber vino entonces, recuerdo que me bebía una cerveza y me sentaba cómo una copa de vino y no sólo por la temperatura.
En el supermercado había un chino al que una vez unos hombres extraños le quisieron invitar a una fiesta y el naturalmente declinó la invitación.
Yo sentí mucha maldad en aquellos hombres que invitaron a su fiesta al chino, el chino que no era tonto muy tranquilamente y sin esfuerzo les dijo que de ninguna manera iba a pasarse por su fiesta.
Hay gente muy rara en la costa del sur de Europa y del sur de España, lo mejor es no confiarse.

Recuerdo cuando me bajé por el paseo urbanizado de El Rosario y en la parte baja vi en restaurante hindú y allí estaba Parvitz trabajando y me saludó y se extrañó de verme, habíamos coincidido en aquel lugar de vacaciones, yo estaba justo en la urbanización donde él tenía su restaurante hindú.
Me hizo ilusión verle y más ilusión me hizo descubrir un supermercado que abría hasta las diez de la noche y donde me podría comprar mis latas de cerveza. Muchas veces viajaba en autobús desde aquel lugar-urbanización-pueblo de la costa del sur de España donde vivía mi amigo David y al llegar antes de las diez de la noche tenía algo de dinero para comprarme unas latas pero una vez recuerdo que tenía dinero para unas cañas y me metí en una pequeña venta que había cercana a la urbanización y me tomé dos cañas que me supieron a gloria y cuando tenía dinero me iba hasta el bar irlandés del otro lado de la carretera y allí me sentía bien aunque un poco culpable por gastarme tanto dinero y cada vez que iba a ese bar irlandés me hacía fotos que me las subía al Facebook y la mayor parte de las veces que fui no había nadie porque era realmente un bar nocturno aunque abriese por la tarde y yo iba por la tarde y a las seis o a las siete me tomaba una Guinnes y por lo general estaba yo solo o con un par de personas a lo sumo. Creo que por la noche se animaba bastante pero por la noche nunca fui.

El verano del 2014 fue un buen verano, me pillaba la urbanización donde veraneaban Charlie, Arturo, el jabacuc y David a tan sólo 24 minutos o 25, y también estaba Jaime con el que me fui de pesca un día y me presentó a su nueva novia que era diez años más joven que él.
También pude ver a Marta en la playa y hablar con ella y me decía que me encontraba muy bien y yo venía sin embargo de haberme pasado cuatro años completamente loco pero ya me estaba medicando y estaba mejor.
Un día creo que me puse a hablar con Marta de mis sensaciones más íntimas y entonces ella se dio cuenta de que andaba todavía un poco mal y en medio de una paranoya que me dio estuve quejándome de mi suerte y yo la vi a ella llorar un poco preocupada porque sabía que estaba pasando por un mal momento, a pesar de todo me dijo ella que me encontraba bien pero lo cierto es que estaba preocupada y aquella tarde que me desahogué con ella se percató de que tenía muchos agobios. Yo me estaba curando mentalmente pero todavía no estaba bien y sin embargo excepto Marta y mi familia nadie lo notó

Por la tarde quedaba con el jabacuc en la playa de los belgas y me iba andando por la playa y tardaba 45 minutos, se me hacía eterno y mientras miraba la playa pensaba que esto no lo tenía yo todos los meses del año y procuraba disfrutar del paseo.

No entiendo muy bien a qué se debían mis adicciones que realmente eran mínimas porque con tres o cuatro cervezas al día ya estaba listo, pero al pasar por un karaoke que había para extranjeros muy lujoso en la urbanización me di cuenta de que yo no iba a entrar jamás allí ni a tomar un café y todos los días pasaba junto al karaoke y sabía que aquel lugar no era para mi y de esa forma en todo el verano no entré, escuchaba la música que salía del pub al pasar pero nunca entraba y así de esa forma me iba hasta el super a comprarme mis latas con unos céntimos y me daba cuenta de que realmente yo era muy pobre y que mi problema principal no era que me tomara tres cervezas al día sino que no tenía dinero ni un trabajo bien pagado ni una casa propia ni una vida propia. Yo era el típico veraneante pobre y sentía lástima de mi a veces mientras las hormigas recorrían el teclado de mi ordenador personal.

Cuando sea rico haré mejor las cosas o las haré de otra manera, sé que un día estaré muy bien de dinero, no sé cómo lo sé pero lo sé.

Recuerdo que había unos pisos pobretones ante la entrada de la urbanización con gente muy humilde viviendo en ellos, andaluces sobre todo y pensaba que por lo menos ellos tenían en una casa en un lugar con un clima privilegiado y que vivían allí todo el año trabajando de obreros o de camareros o de reponedores en los supermercados. Personas que llevaban una vida sencilla y a las que les construyeron detrás una urbanización de lujo, tenían un descampado de tierra para aparcar los coches así que también tenían coches. Es decir, no eran pobres, tenían lo suficiente. Lo que pasaba es que vivían ante la opulencia de muchos. Yo me hubiera conformado con esa vida sencilla y al pasar por los pisos pobretones imaginaba que tenía una vida allí y una estabilidad y una familia y un trabajo y algo de dinero para mis vicios...me sentaba en el banco que daba a la parte de atrás de aquellos pisos y veía entrar y salir a gente muy humilde e imaginaba sus vidas y concluía que en el fondo ellos tenían mejor suerte que yo.

Recuerdo también que mi hermano y yo un día fuimos detrás de mi padre a pedirle perdón por algo y yo le pregunté sobre si iba a haber una tercera guerra mundial.
--Sí--me dijo--y luego señalando a mi hermano:-- y tú morirás--y luego señalándome a mi:--y tú morirás.
Y luego añadió:
--Pero tu morirás rodeado de tu famila y tus seres queridos y no te dejaremos solo
Se refería a mi por lo que supe enseguida que mi hermano iba a morir de repente y quizás en algún lugar desconocido.
Y también supe que llegando la tercera guerra mundial yo iba a morir de enfermedad y acompañado.
Así que concluí que me quedaban cinco o seis años de vida desde el 2014.
Eso me hizo beber un poco más aquellos días y pensaba en mi muerte, en cómo sería. Seguramente un cáncer por fumar desde los 16 años. Tampoco el alcohol ayudaba.
También podría tener problemas de riñón, puede que los riñones me dejaran de funcionar.
Algo así pensaba. Pensaba en mi muerte y menos en la muerte de mi hermano a quién envidiaba secretamente pues iba a morir de manera súbita y sin darse cuenta. Le pedí a Dios que cambiara el destino de mi hermano por el mío, pero fue un acto muy egoísta...¿Tenía miedo? Estaba desconsolado pero no tenía miedo y sabía que el mundo se acercaría a su fin y quizás eso ya no lo vería.

Y cuando empecé a beber más me acordé del sabor del Nurofén por las mañanas cuando en aquella urbanización-lugar-pueblo del sur de Europa y de la costa del sur de España, me emborrachaba con copas y copas con mi amigo David, Fede el Jaime y Arturo ( y Charlie ) y al día siguiente tenía una leve resaca que se me pasaba rápido con el Nurofén 600 que me tomaba antes del desayuno. No sé por qué volver a beber algo más, aunque por supuesto no copas ni vino, me hizo recordar todos aquellos Nurofén 600 que me tomaba con resaca cuando tenía 23 o 25 años o menos incluso. Nunca fui muy resacoso pero siempre había bebido una enormidad y llegaron a mi recuerdos del Nurofén 600 y me di cuenta de que siempre había tenido buena salud y que eso había sido una suerte y que incluso beber mucho no me dejaba tocado al día siguiente aunque si que es cierto que alguna vez pasé por ciertos estados depresivos.
Sabía a menta y era tomarlo y revivir y recomponerte, una sensación muy agradable.

Luego trabajar textos con un poco de alcohol, abrirse un par de latas de cerveza y empezar a escribir. luego dejar que fluyan las palabras y eso para mi era la felicidad, escribir. Escribir con un poco de alcohol y antes con más, escribir algo colocado. Y con la cerveza venían mis recuerdos de más cerveza y sobre todo los recuerdos de beber cerveza por la mañana en verano y el sabor de la cerveza cuando me piraba las clases del instituto, el sabor de la libertad. Beber a sorbos rápidos y dejar que todo el sabor inundara la boca y saber que es un perfume fresco el que se derrama en tu cuerpo y por tu alma. Y ser feliz así y luego cambiar y cambiar. Luego un nuevo estado de ánimo distinto, diferente. Más cerveza luego, querer beber más cerveza luego y a veces conseguirlo....¿Y sobre qué escribía ese verano? Eran relatos de amor por eso me daba vergüenza firmarlos con mi nombre y los tenía en un blog escondido que luego perdí, el amor te hace débil...  Siempre he pensado eso, que el amor te hace ´débil y te hace sufrir y que hay que aprender a valerse por un mismo y sobre todo a estar solo y a no depender emocionalmente de nadie. Y para eso estaba el alcohol, para tener más fuerza en la soledad y para eso era tan necesario. Quizás me equivoque pero la sensación de estar enamorado merma y debilita y sobre todo te hace sufrir. De alguna manera es una pérdida de libertad pero a veces uno no puede elegir.

Hay algo que tengo presente: cuando veíamos las lluvias de las Perseidas, los meteoritos que caían en la playa, no tomábamos alcohol ninguno. Me gustaría hablar sobre la maravilla del anchuroso espacio pero no tengo palabras, estar y ser uno con el cosmos. Aquellas noches en la playa de aquel lugar-urbanización-pueblo con treinta años o menos viendo la lluvia de meteoritos...¡Y nadie bebía! Estábamos en la playa el Jaime y el jabacuc y David y creo que Charlie y sus novias y mirábamos las estrellas y nadie bebía y nos pasábamos así cuatro o cinco horas mirando al cielo sin necesidad de tomar alcohol. Es mi recuerdo de hacer algo con los amigos sin necesidad de beber además por supuesto de hacer deporte. Y disfrutábamos mucho con la lluvia de estrellas de las Perseidas, sin necesidad de alcohol. Así que se puede disfrutar de la vida sin beber. los cuatro años que había estado fuera de casa viviendo por mis medios y de pensiones realmente bebí mucho y eso me perjudicó. Por eso el recuerdo del espacio, del cielo abierto y claro y cuajado de estrellas por la noche, me acompañaba cómo diciéndome: "¿No ves que se puede ser feliz sin necesidad de beber?" y cuando quería revisar mi vida y veía todo lo que había bebido desde que tenía uso de razón a excepción de 2007 al 2010 que estuve tres años enteros sin probar una gota de alcohol y me aburrí mucho. Había conseguido reducir el alcohol que tomaba a tres cervezas diarias pero a veces bebía más y tomaba incluso seis, sobre todo si era fin de semana. Es decir: me seguía emborrachándome. Me imaginaba que eso tenía que acabar algún día y revisaba mi vida para estar más sano y tener más salud y por eso traía a mis recuerdos las diversiones que viví sin necesidad de beber, y eran unas cuantas...

Pero no tomaba drogas, ni copas ni vino...

Ahora si mirásemos el cielo podríamos ver al planeta Nibiru acercándose a la Tierra y provocando tsunamis y terremotos, el fin del mundo estaba llegando. Quizás no era más que una excusa para no dejar de beber...¡Y también para no buscar trabajo!

Salir con unas monedas, saber que te vas a tomar unas cervezas, eso es para mi la felicidad.
Ser feliz con muy poco, con unas pocas monedas para unas pocas cervezas compradas en un chino, realmente eso me hacía muy austero, la familia no me daba dinero y yo me tenía que contentar con lo que ganaba trabajando haciendo mis artículos y al final lo pasaba bien, pero lo mío para mucha gente no son más que penas y miserias.
Administrarse el dinero para tener al menos un par de cervezas al día, eso era para mi una prioridad.


Después, en la primavera del año 2016, tuve buenos momentos sentado en un banco en una urbanización de Castilla tomando cervezas y me fui a un pueblo cercano y me compré tres cervezas en un supermercado y me las bebí en un banco que miraba hacia la carretera. Realmente economizaba mucho comprándome cervezas en los supermercados, por 72 céntimos me compraba tres cervezas y me sobraba dinero y bastante para otras cosas y de esa forma podía beber todos los días aunque de vez en cuando me acercaba a un quiosco donde las cervezas estaban a 90 céntimos y también me tomaba tres pero al menos eran cervezas frescas y de calidad. Todo aquel tiempo de la primavera del año 2016 cuando empezaba a hacer buen tiempo lo pasé bien y enlacé varios días de bebercio en los que estuve muy entretenido, miraba entonces hacia un parque en el que antes hubo un árbol pero enfermó y lo tuvieron que trasladar de sitio. Yo miraba el espacio que había dejado el árbol y me acordaba de él y entonces pensaba en lo mucho que ese árbol me había hecho compañía cuando no estaba enfermo, se lo llevaron a una especie de hospital de árboles y lo arrancaron de raíz, pero el caso es que el árbol nunca regresó y yo pensaba que de alguna forma había perdido un amigo. Me gusta estar en cierta manera en contacto con la naturaleza, con el mar, los ríos, los afluentes y los árboles y el campo, pero todo siempre en compañía de mis inseparables latas de cerveza y sin embargo cuando llegué a aquel pueblo de Castilla no me senté en un parque porque había mucho ruido sino en un banco al lado de la carretera y veía circular los coches, estuve más tranquilo y lo pasé bien.

Antes de todo ello y después de verano del 2014 llegó el verano del 2015 y sin embargo el verano del 2012 y del 2013 no fui a ningún lugar de vacaciones. Fueron los años en los que no me tomaba la medicación y estuve perdido por ahí, por pueblos de Castilla y por Palencia, León y Salamanca. Sin embargo en 2011 estuve quince días en Granada, pues me pensaba quedar a vivir allí...estuve de pensiones y comí muy poco y daba vueltas y vueltas por la ciudad y me encantaba todo lo que veía. Desde aproximadamente finales de 2010 hasta el verano del 2014 estuve sin tomarme la medicación y estuve cómo una moto, intentaba dejarla por mis medios recurriendo a terapia pero mi cuerpo se había hecho adicto a la medicación y tardé 4 años en asumir que ya no podía dejarla. Cuatro años en los que en realidad estuve muy enfermo mentalmente y por eso acabé en un albergue de caridad, entre otras cosas. Jamás he tenido tanto empuje y tanta energía, vaya eso por otro lado. También conseguí en aquellos tiempos vivir por mis medios y de pensiones. En el fondo cuatro años de aventura sobre los que ya he escrito pero sobre los que algún día escribiré en serio.

Seguía con mis tomas de cerveza en la primavera del año 2016 y la última vez que entré en un super y me compré latas de cervezas y me gasté casi 80 céntimos me dejé otros 80 céntimos para el día siguiente y así gastándome menos de un euro al día podía beber siempre. Esta vez me quedé a la sombra en una parada de autobús y me quedé más fresco pues hacía mucho calor. Las latas se ponían malas en los últimos tragos y sabían a hierro y era algo que ya me había pasado otras veces que los últimos tragos de las latas saben mal. A veces no me daba cuenta pero esa vez me la di y vacié un poco el contenido de la lata en un parque antes de tirarla a la papelera. Pensaba si podría vivir toda la vida así, con 80 céntimos para tres latas al día y dejar que eso fuera toda mi felicidad y pensaba cómo era posible que hubiera llegado a una situación en la que me única alegría era tomarme tres latas de cerveza al día y no recordaba cuándo había hecho otras cosas diferentes para ser más feliz y tenía entonces y así lo sentía un bloqueo mental bastante fuerte y no sabía bien cómo reaccionar ante mi propio íntimo tribunal y me juzgaba pero no quería hacerlo. Temía que con el tiempo me llegara a sentir culpable sólo por tomarme tres cervezas al día y nada más. Era cómo si estuviera esperando un cambio en mi vida que no llegaba nunca después de los años malos del 2010 al 2014 en los que estuve cómo una cabra. Ahora me tomaba unas vacaciones de mi mismo y si no estaba mal sentía que tampoco estaba bien.

La sensación que tenía es que ya había vivido mucho tiempo y que estaba cansado de existir, era una sensación agobiante. Realmente habían pasado demasiadas cosas en muy pocos años y ya se sentía uno harto y cansado. Lo verdaderamente que quería era estar solo, la mayor parte del día lo que quería era estar solo, aislarme, no tener contacto con nadie. Estar solo era todo lo que pretendía y vivir solo sin compartir piso y estar mucho tiempo en soledad. No me soportaba a mi mismo y no soportaba a nadie tampoco y era conmigo con quién tenía que estar en compañía. De alguna manera no me encontraba a gusto en mi piel y eso era una desazón y un peso que llevaba a cuestas todo el día aunque por lo general dormía bien. Cansado de vivir me encontraba pero realmente era cansado de vivir la vida de precariedad y penurias que llevaba, me armaba de valor pero a veces desfallecía y un día y otro se abrían en mi camino y empecé a sentir que nada tenía sentido y eso me envolvió en una especie de oscuridad y esa oscuridad me hacía fuerte. Vivía sin un propósito, sin ninguna ilusión. Por inercia.

Recuerdo cuando iba andando hacia el banco de La Flecha, un pueblo de Castilla, y ahí cobraba mis diez euros diarios y me compraba tabaco y me tomaba dos cañas y me sentía bien. Luego quitaron ese banco. Lo mismo me pasó con el bloguero Muelas Gaitán al que seguía todos los días, de repente en un momento dejó de escribir sus entradas y yo me sentí muy triste. Parecía que todo lo que me hacía ilusión acababa saliendo mal. Me hacía ilusión quedar con mi amiga Rosa y un día no la volví a ver. Me hacía ilusión quedar con mi amiga Ana, y un día no la volví a ver. Me hacía ilusión ir andando a La Flecha a por dinero y un día quitaron el banco. Me hacía ilusión quedar con mi amigo Luis y con mi amigo Manuel y con mi amigo Fer y un día ya no les volví a ver. Había perdido muchos amigos y amigas y me encontraba solo y el simple hecho de que me gustara un blog hacía que luego el blog desapareciera y me sentía cómo maldito y con muy mala suerte pero sabía que Dios tendría un plan mejor para mi y esa era mi esperanza y mi fe, que Dios tuviera un plan mejor para mi. Sólo tendría que esperar.
Y sobre todo me hacía ilusión veranear en la casa de aquel lugar-pueblo-urbanización del sur de España y de la costa del sur de Europa y un día dejó de existir esa casa y dejaron de existir esas vacaciones. Lo había perdido todo. Me hacía ilusión vivir en mi casa solo y también perdí la casa. Me hacía ilusión recibir de vez en cuando dinero de mi familia y también perdí ese privilegio. En muy pocos años había perdido muchas cosas materiales y muchos amigos y amigas. Era cómo si el mundo se estuviera destruyendo a mi alrededor, cómo si hubiera estallado una bomba atómica y lo hubiera consumido todo. Yo había veces en las que ya no podía más. Estaba harto.
Lo peor era que nadie parecía darse cuenta de mi situación, todos tenían sus propios problemas.
Así que me encontré un día sin trabajo, sin dinero, sin amigos, sin casa propia, sin casa de vacaciones, sin novia, sin la comprensión de mi familia, sin ganas de vivir, sin ilusiones, sin fuerzas, sin mi talento para escribir y sin futuro ni expectativas. No podía soportarlo, vivía por inercia y mi única ilusión era tomarme tres latas de cerveza en la tarde y ver internet. Pero sabía que incluso un día internet desaparecería.
Me sentía muy desgraciado.
El planeta Nibiru se acercaba a la Tierra provocando tsunamis y terremotos, también estaba en ciernes una tercera guerra mundial. Así que las cosas podrían ponerse peor...o no. Nunca hay que estar seguro de nada.
Pero si quiero vivir tendría que trabajar. Eso lo sabía bien yo de sobra, que si quería vivir realmente tenía que trabajar en algo. Tener un trabajo sería mi salvación, significaría dinero y capacidad para alquilarme alguna cosa y vivir a mi aire y eso redundaría en mi buen estado de ánimo. Tendría que buscarme un trabajo bien pagado si quería ser feliz, esa sería la solución y lo sabía así que sólo tenía que ponerme manos a la obra y buscar trabajo activamente.


lunes, 25 de abril de 2016

REMEMBRANZA CON ALCOHOL

El viejo banco al lado del mar en aquella urbanización de la costa,el viejo banco en el que me sentaba a disfrutar el sabor de la cerveza comprada en la gasolinera y luego la compañía de Lorena que llegaba tarde. Anocheciendo. El sabor de la cerveza directamente de la lata como a mi me gustaba y saber que detrás del vallado metálico estaba el mar. Y también recordar el sabor de la cerveza muy de mañana, cogiendo calor y todo lo que entonces pasaba por mi cabeza y que era bello con mi gorra para el sol para no quemarme la cabeza y todo en esta linea, todo distinto ya. El sol calentándote mientras bebes una cerveza, placer de dioses. Es así y lo sabes, esos son los mejores momentos de la vida que no te podrá quitar nadie, y entonces piensas que eres escritor y poeta y eso te llena de orgullo y te encuentras muy bien porque eres algo, eres un escritor y un poeta y tienes mucha sensibilidad, tanta y tanta sensibilidad que a veces te volviste loco, pero eso es el pasado y no hay que pensar en ello.
El sol calentando te llega luego en otra urbanización de Castilla mientras bebés cerveza en un parque y lo asocias y te acuerdas, los buenos ratos.
Y tú lo sabias y sabias bien que recordarías siempre ese banco junto al mar y a veces en la playa con tus latas compradas recuerdas el banco, el banco bajo la Luna. 
Y es todo así, bellos recuerdos en los que sólo frente al mar bajo el mágico influjo de la Luna, bebías.
Y ahora pasa el tiempo y estás en Castilla en una urbanización en un parque soleado y lo recuerdas también y sabes que es bueno y eso te alegra.
Tantos años siendo un poeta y un escritor y a veces parece que acaba todo pero todo vuelve a funcionar y a veces el sol se va pero luego vuelve y a tu manera eres feliz, muy feliz.
Muchas veces el alcohol sentaba mal, pero no lo podía dejar. Entonces te dabas cuenta de que tenías una esclavitud con el alcohol, pero eran las menos de las veces y por lo general estabas feliz. Tres años sin beber estuvistey nunca has estado más aburrido porque el alcohol te daba mucho ocio y mucha buena manera de pasar tu tiempo libre. 

¡Es así! Habla José Ángel.

Sin duda no recuerdo las jornadas pasadas en el bar Peloto porque el vino dulce me daba vomitonas y por eso no lo recuerdo ya o quizás es que han pasado treinta años pero la verdad es que si no recuerdo las borracheras del bar Peloto será por algo, porque quizás lo pasé mal aunque fuera eso hace mucho tiempo. No poder recordar lo que hice en el bar Peloto del puerto de Estepona en la costa del sur de Europa y del sur de España, me llena de angustia porque no sé las circunstancias de ese olvido y estoy hablando de años de lagunas mentales en mi cerebro, luego matan a un joven dominicano en Madrid a tiros y se enfrentan neonazis con independentistas en la Universidad pero en aquellos años no había tanta violencia y si ni recuerdas lo que pasaba en un bar era siempre porque estabas muy borracho.

¡Tranquilo José Ángel, no pasa nada!

En el puerto de Estepona en aquel lado donde termina estoy, me encuentro con dos chicos altos algo mayores que yo y estoy ahí, estoy recordando los bares de la zona de arriba donde tomaba copas y entonces miraba hacia abajo y veía otros bares y eso me gustaba.
Estar en la parte de arriba de los bares y saber que hay más bares abajo y todos con su masa de gente. Eso me gustaba y lo recuerdo al final del puerto de Estepona donde sólo hay ya un aparcamiento y se respira paz y un mar sucio demandando de los muelles cómo recuerdos de marinero...y yo estoy recordando la jornada en los bares de arriba del puerto observando los bares de abajo del puerto y eso me gusta y lo estoy recordando cerca de un aparcamiento y no sé por qué. Pero soy feliz. 

¡Muy bien José Ángel, Ddios quiere que todos seamos felices!

En una urbanización de Castilla aledaña a la que yo vivía pusieron un bar nuevo y me fui en autobús, era un bar nuevo de madera y barriles con terraza y techado en ella, todo de vigas rosas, en plan refugio de montaña. Fui a las dos de la tarde a tomarme un aperitivo y a la camarera le conté que trabajaba para las gafas GoogleGlas y ella puso mucho interés y pasé un buen rato pero a la vuelta me perdí caminando y tardé en llegar a casa. Lo pasé bien de todas formas. Pero soy feliz.
Soy feliz ahora recordándolo, pero hay sombras.

¡Siempre hay sombras José Ángel, pero Dios es luz!

Es el problema de las adicciones lo que ha marcado mi vida y siempre he querido cambiar y con el tiempo dejé el hachís y la marihuana pero ni el tabaco ni el alcohol pude dejarlo, bien es cierto que fui bebiendo menos. Dejé las copas, el vino y los licores pero me tomaba cuatro cervezas al día. No podía dejar de beber y tenía un problema y lo sabía. Un problema de adicción al alcohol y quería quitármelo también pero el momento de mi felicidad mayor era cuando estaba bebiendo mis cervezas y ese era el mayor momento de felicidad que tenía durante el día y no encontraba otro y eso me hacía sufrir porque lo que me pasaba era que no era en absoluto feliz y esperaba una tercera guerra mundial y un fin del mundo porque en el fondo quería morirme pues ya estaba harto de vivir pero mis creencias impedían que me suicidara. Estaba muy cansado y muy harto de la vida y muy disgustado con lo que estaba pasando en el mundo y en mi país. Estaba lleno de tristeza y ciertamente deprimido y disgustado con mi persona y tampoco me gustaba yo ni tenía novia ni amigos y muy aislado socialmente ya no iba al cine ni a teatros ni a museos y leía muy poco. Le pedía a Dios más paz y más felicidad y rezaba por las noches y de vez en cuando iba a misa para ponerme en paz con Dios y ser mejor persona y así pasaba los días de mi triste vida, viendo todas las noticias sobre el fin del mundo en Internet y esperando que llegará la extinción. Trabajaba como desarrollador de contenidos web y eso me daba dinero tan sólo para fumar y beber y así era medianamente feliz mientras bebía y fumaba y el resto del tiempo lo que quería era morirme y dejar de existir y si escribía era sólo para quejarme o para recordar aquella urbanización-lugar-pueblo donde fui muy feliz de adolescente y de jovencito y atestada esos recuerdos y los compartía con amigos pero sólo temía al juicio de Dios sobre mi vida porque aunque nunca había sido malo tampoco había sido bueno y así me levantaba todos los días y miraba las noticias esperando que hubiera empezado una guerra mundial pero una vez me decía no temas y también despacio puedes cambiar. Y hubo un tiempo en que quería ser un escritor como Mishima pero luego todo eso acabó junto el final de mis ilusiones y eso era lo que me pasaba realmente que ya no tenía ninguna ilusión por vivir a parte de las cuatro cervezas que me tomaba casi a diario y vivir con mis padres y sin dinero después de tanto tiempo por mis medios también me estaba matando y me infantilizaba y me hacía sentirme inseguro en medio del colapso económico que había sucedido. No tenía ni fuerzas para llorar porque tomaba una medicación que no me hacía estar ni muy arriba ni muy abajo y tal vez esa medicación impedía que expresara o desahogara mi dolor y tristeza y pasaban los días y yo sabía que todo era esperar un cambio en mi que se produjera a mejor y poder cambiar a mejor y ser otra persona y así había pasado por sucesivos estadios depresivos en mi vida pero el de la primavera del 2016 me golpeó fuerte y fue peor que el del año 2012 y yo sólo quería beber y morirme y recordar aquella urbanización-pueblo-lugar donde fui muy feliz y quizás volver a vivir allí sería la solución pero no tenía dinero ni medios y me sentía viejo pero no cansado porque todo me producía ansiedad y eso me daba mucha energía y por suerte todavía no tenía los nervios destrozados y había algo de templanza en mi gracias también a mi conciencia social que me hacía saber que no era el único que estaba sufriendo en el mundo y a mi resignación cristiana y quizás si me vinieran unas viejas amigas a ver estaría mejor o si tuviera mi propia casa o si pudiera vivir en donde quisiera. La sensación era la de estar pasando por una prueba puesta por Dios. No vivía a gusto, no vivía bien pero no me faltaba de nada ya que comida y techo tenía en casa de mis padres pero ya con más de cuarenta años eso me minaba mucho y no tenía fuerzas para encontrar una salida y pedir ayuda a Dios parecía que se había convertido en asumir una dura prueba y yo pensaba si algún día pudiera ser feliz.

¡Tranquilo José Ángel, estamos todos en manos de Dios!

domingo, 10 de abril de 2016

DE PATITAS EN LA CALLE

El casero le dijo que tenía dos horas para recoger todas sus cosas y marcharse. Su jefe esta vez no había llegado a tiempo con el pago de la habitación y el casero se cansó de esperar, de hecho ya estaba advertido de una vez anterior y por eso al casero no le costó nada echarle.

El chico se dio cuenta de que no podía contar con la familia porque tenía serios problemas con ella y que tampoco tenía ningún amigo con coche y que en dos horas su jefe tampoco podría venir a socorrerle.

Primero llenó la bolsa de deporte con toda la ropa y sus utensilios de higiene y luego cogió la comida que tenía y la metió en dos bolsas de plástico, las toallas no cabían en ninguna de las bolsas así que se las tendría que poner al cuello.

Con las dos bolsas de comida y la bolsa de deporte más las toallas en el cuello ya no podría llevar nada más y tenía que deshacerse de su equipo de música, sus libros, la cafetera y el microhondas.

Cómo debía al casero 20 euros de un mes anterior decidió dejarle la cafetera en pago y escribió una nota al lado de la cafetera diciendo que se quedara con ella y que así la deuda estaba saldada.

Los discos de música eran muchos y variados y sólo los mejores cabrían en su bolsa de deporte, los demás tendría que tirarlos.

Una vez que preparo las bolsas sacó el microhondas y lo tiró a la basura junto con los discos y algunos libros, el microhondas hacía tiempo que no funcionaba bien y no sería una gran pérdida.

Consiguió meter el equipo de música y los bafles en una bolsa grande y entonces se dijo que llevaría la bolsa en bandolera y con una mano las dos bolsas de comida y con la otra la bolsa del equipo de música pero así tampoco podría llegar muy lejos, sobre todo con las toallas al cuello dando calor y además tenía que llevar la cazadora puesta, no iba a dejarla allí, con lo que pasaría si cabe más calor.

Dejó todo recogido después de tirar el microhondas y los discos, también puso su portacedés junto al equipo de música con los cascos.

Salió a la calle muy apenado y compungido sin saber donde ir y de camino entró en el bar donde las tres camareras que atendían habían sido su única amistad en todo ese tiempo.

Claudia estaba en la puerta barriendo y le vio llegar sobrecargado.

--Me voy a vivir a Santander--mintió--. Ya nunca voy a volver por este barrio, me han echado de la pensión.

--Lo siento--dijo ella--y le dio dos besos a modo de saludo. Parecía un poco afectada pero no mucho.

--Toma ésto es para ti--y le entregó la bolsa con el equipo de música--y ésto--dijo señalando el portacedés con los cascos--es para Rebeca y para Sara que está estudiando este libro grande diccionario de inglés.

La camarera se puso muy contenta y le volvió a dar dos besos. El muchacho se sentía liberado de su pesada carga en parte, se enredó un poco con las toallas que llevaba al cuello la joven camarera al besarle y sintió entonces un poco de vergüenza de que todo fuera tan ridículo.

La camarera sabía que el muchacho no se iría a Santander y que tenía una enfermedad mental. Pero no le quiso preguntar hacia donde se dirigía realmente.

El muchacho tenía 200 euros en el bolsillo y bastante comida, iba a coger un tren en dirección a Palencia donde había una habitación por 16 euros al día, allí viviría un tiempo sin gastar mucho mientras se ponía en contacto con su jefe, al fondo de la bolsa de deporte estaba su ordenador portátil con el que trabajaba.

Camino de la estación de trenes llamó dos veces el casero, era porque no quería cómo pago la cafetera y le seguía debiendo veinte euros. Le colgó el teléfono y luego no se lo volvió a coger nunca más. Le parecía terrible la falta de humanidad de su casero que le había dejado de patitas en la calle y que no aceptaba la cafetera cómo pago por una deuda. La cafetera por otra parte era de su hermano y tendría algún día que rendir cuentas con él, pero eso sería en otra ocasión.

Palpó la cartera con el dinero al subir al tren y se sintió mucho mejor, calculó que podría vivir dos semanas en Palencia hasta que su jefe volviera a pagarle dinero y tal vez con suerte le adelantara algo pues le debía una explicación por no haber llegado a pagar su pensión a tiempo.

Cuando el muchacho llegó a Palencia ya se encontraba de un excelente humor, saldría a beber algo por la plaza mayor de la ciudad y sus populosas avenidas mientras seguía viviendo de pensiones un mes más, así hasta que el dinero se acabase.

No pensaba ni por un momento regresar con su familia.

El muchacho despertó en Palencia y se sentía feliz aunque un poco temeroso de la vida que le esperaba porque no podía seguir así tan en precario mucho tiempo, pero tampoco quería pensar en ello. Pensaba en sus vacaciones pasadas en algún lugar-pueblo-urbanización de la costa del sur de Europa y del sur de España y se daba cuenta de lo mucho que había pasado el tiempo. Recordó a su amigo David con un coche rojo que le había prestado su jefe, recorrieron con él todo el monte a gran velocidad. David hacía chistes sobre la serie "Padre Coraje" que estaba en la televisión en aquellos días y los chistes eran muy buenos y circular con el coche rojo todo destartalado y de segunda mano por el monte mientras sin duda estaba atardeciendo y todavía había sol era una gran experiencia. Y esa noche el muchacho se puso a escribir sobre ello en su máquina de escribir y mezcló la historia con un sueño que había tenido en el que David y él robaban móviles y luego se escapaban por grandes toboganes, gigantescos toboganes que daban al mar. Se subían en los toboganes y acababan cayendo al mar con los teléfonos móviles robados. Así que con la historia del sueño ficticia de los móviles robados y con la historia real del coche destartalado del jefe de David circulando por el monte a toda velocidad, el muchacho escribió una historia que acababa en un casino para darle un toque elegante. Fue un bello cuento escrito en una sola noche y luego se perdió, nunca más supo donde estaba ese cuento...pero el muchacho sabía que podía escribirlo entero de nuevo otra vez, tal y cómo lo había escrito o muy parecido.

El muchacho tomó una ducha y salió por Palencia a dar un paseo, buscó trabajo en el ayuntamiento pero no había nada. Le cogieron los datos y le dijeron que le llamarían si había alguna cosa. Luego se fue a la pensión y se puso a escribir los textos para las páginas webs en las que trabajaba, a los tres días su jefe le hizo un ingreso en Cajas Rurales Unidas de Castilla y León y le pidió volver a Pucela porque necesitaba tratar temas con él y tenían que reunirse en la oficina. La aventura de Palencia estaba terminando.

No siempre había momentos buenos en aquella urbanización-lugar-pueblo del sur de Europa y del sur de España porque a veces las bebidas o el hachís sentaban mal y daban paranoyas y entonces era el momento de compartir las paranoyas de los porros con los demás y así descubrió que su amigo Charlie se había tirado siete días sin dormir por fumar porros o cómo acabó creyendo que los extraterrestres querían secuestrarle y meterle tubos por la nariz. El hermano pequeño del jabacuc había tenido dos amarillos, un amarillo era tener un desvanecimiento por sumar porros, perder el sentido. Perder el sentido por fumar porros se llama tener un amarillo y el hermano pequeño del jabacuc ya había tenido dos. Entre todos los amigos contaban cómo les habían sentado mal las drogas alguna vez y cómo lo habían superado y lo mejor es que nadie iba al médico ni al psiquiatra y todo el mundo esperaba a que se le pasara con el tiempo. Había un chico del pueblo que llegó a creer que tenía un gorila subido a su espalda y que iba con él a todas partes. Este chico del pueblo tampoco fue a ningún médico, simplemente espero a que se le pasaran las alucinaciones con el tiempo. Había historias demasiado terribles para ser descritas, de gente que no había salido ya nunca más de su estado alucinatorio y todos nos recreábamos con ellas comentándolas. A veces la gente se reunía en un pequeño parque de aquel lugar-urbanización-pueblo del sur de Europa y del sur de España, conocido como "El cementerio" y contaba historias de miedo, del miedo a que te sienten mal las drogas, del miedo a entrar en una paranoya y no poder salir de ella.

El muchacho tuvo que volver a Pucela y se cogió una pensión con el último dinero de su jefe enfrente del Hospital Clínico Universitario por 20 euros día, le hicieron precio. Una vez instalado salió a beber aunque todavía era temprano por la zona de salida del Huevo, zona de marcha de Pucela de bares castizos, pero cómo era temprano no había nadie.

Entonces en un bar solo y bebiendo solo el muchacho se preguntó cuánto tiempo más iba a seguir bebiendo, se lo preguntó con verdadero interés en el espacio de autoobservarse. Llevaba bebiendo toda la vida desde que tenía uso de razón a excepción de tres años enteros que se pasó sin beber y que fueron muy tristes. Ya había conseguido desde hacía años dejar la marihuana y el hachís pero pasaba el tiempo y no podía dejar ni el tabaco ni el alcohol y se dio cuenta de que era muy dependiente de esas dos substancias, bastante dependiente.

Entonces fantaseó con vivir en un monasterio. Estaba harto de la vida y tampoco ya iba a conseguir novia ni le interesaba volver a estar en pareja. Entonces pensaba el muchacho que vivir en un monasterio era la opción ideal. Había monjes que hacían cerveza y sólo era cuestión de enterarse qué comunidad de monjes hacían cerveza para poder integrarse allí. Y sólo era cuestión de tiempo que acabara ingresando en un monasterio tal era el largo cansancio sobre la vida y el mundo que tenía, en el fondo el muchacho quería retirarse del mundo y no vivir en él y no se iba a suicidar y entonces sólo quedaba la opción de encerrarse en un monasterio. Pidió otra copa y se dio cuenta de que lo estaba pasando realmente mal viviendo en precario, con exiguo dinero para comer poco y mal y para pagar una habitación y luego lo poco que quedaba lo reservaba para tabaco de liar y cervezas y vinos y alguna copa. Pero lo más triste era cuando no tenía dinero para tabaco y tenía que recoger colillas de los ceniceros de los bares y del suelo de la calle, colillas que luego migaba para meter el tabaco en papelillos de fumar pero a veces no tenía papelillos de fumar y se hacía un cigarrillo con papeles de periódico sacados de los contenedores. Por eso quería vivir en un monasterio, en el fondo era porque no podía dejar de beber ni de fumar. En el fondo el muchacho quería limpiarse de sus últimos vicios y ser sano y saludable y vivir en perfecta comunión con el espíritu de Dios cavando zanjas o trabajando en una granja o haciendo vino o cerveza. La sensación de hartazgo era tal que pensaba incluso en morirse pero nunca en suicidarse, nunca pensaba en el suicidio porque iba en contra de sus creencias, pero pensaba mucho tiempo en morirse, en morirse para dejar de sufrir y eso le daba ganas de beber más y beber más le daban ganas de morirse.

Y entonces recordó los buenos años en la urbanización-pueblo-lugar del sur de Europa y del sur de España.
Recordó las tardes y las noches en un parque llamado "El cementerio" donde se reunía con chicos de su edad. Luego muchas veces soñaría con ese parque y volvería a él en sueños. Una vez tuvo un sueño con aquel lugar, pero se accedía por otra puerta, una puerta que no conocía y al lado de la misma había un bar y era un bar que no conocía. Había veraneado siempre allí y no sabía que aquel espacio tenía una puerta de atrás, curiosamente esa puerta de atrás daba directamente a Marruecos y hacía frontera con ese país y desde la frontera podía ver muchas veces a la gente de Marruecos siempre alegre y divertida, pasarlo muy bien. Entonces soñó que tenía un amigo, un amigo que le comprendía y hablaba con él con la intención de caerle bien y el amigo estaba casado y se quitó el anillo de oro y se convirtió entonces el anillo en un lingote de oro y luego su hermano le dijo que había robado un banco y que pensaba repartir el dinero. Eran sueños con oro, dinero y bares y misterio y amigos, eran sueños bonitos que acababan en "El cementerio" pero "El cementerio" ya era otra cosa, mucho mayor, con más espacio y bares y grupos de gente que con facilidad se hacían amigos del muchacho y era todo idílico y perfecto con dinero y bares en abundancia, en definitiva era todo un sueño.

Siempre tenía sueños con su lugar de veraneo el muchacho en precario y esos sueños que tenía le hacían pasar unas pequeñas vacaciones de nuevo, muchas veces en los días de invierno tan duros de Pucela le llegaban sueños de calor y de mar y de playa y disfrutaba en compañía de su amiga Marta con la que llegaba a haber juegos eróticos, eran sueños vacacionales, esos sueños de evasión, ese tipo de sueños que se llaman de evasión y que los sueñas cuando tienes una vida dura. Y el muchacho en sueños, en las frías noches del invierno de Pucela, siempre volvía a aquel lugar-urbanización-pueblo del sur de Europa y del sur de España, y así era feliz. Siempre volver a los lugares en los que hemos sido felices y sobre todo en sueños.
Pero la vida sigue.

Un jardín, en el fondo siempre hay un jardín. Allí estaba el muchacho en su mocedad más primigenia, allí se encontraba el muchacho en aquel lugar-urbanización-pueblo del sur de Europa y del sur de España, allí se encontraba siempre en ese jardín bebiendo y fumando y así había sido feliz y el muchacho no quería pensar que había sido feliz por beber y fumar pero había sido feliz por beber y fumar y pensaba que a lo mejor no se puede ser feliz siempre y se es feliz cuando se es muy joven y muy inocente y luego ya jamás vuelves a ser feliz. El muchacho se sentía muy desgraciado y por eso pensaba en el jardín y los jardines donde había sido muy feliz. De alguna manera siempre buscaba un jardín, en cualquier ciudad en la que estuviera, y rodeado de verde y de la espesura de los árboles se dedicaba a dar buena cuenta de unas cuantas cervezas compradas en un supermercado y si hacía buen tiempo y se podía estar bebiendo solo en el parque, mucho mejor. Pero nunca había sido tan feliz cómo el el césped llamado Rafael o césped Rafael de aquel lugar del sur de España. Nunca había sido tan feliz en medio del buen tiempo con sus deportivas Nike y su camiseta color rosa fosforito y sus pantalones de deporte naranjas. Se recuerda el muchacho siempre así: con unas Nike de moda y los pantalones de deporte naranjas y su camiseta de color rosa fosforito. Así se pasó una gran verano similar al verano de llevar pantalones para bañarse, cuando se puso de moda llevar pantalones para bañarse y el bañador era un pantalón que te llegaba hasta los tobillos y él siempre anudaba un hueso de pollo a su bañador y así iba con un hueso de pollo grande anudado a su bañador para llamar la atención, para que todo fuera más divertido, para sentirse cómo un troglodita.
Así pasaron muchos años, los mejores de su vida.

Ahora tenía que trabajar y ganarse la vida era muy duro y ser independiente era muy duro y ver que todo era muy difícil y que el país había entrado en una gran crisis y que el mundo había entrado en una gran crisis y que las voces agoreras hablaran continuamente de una tercera guerra mundial e incluso del fin del mundo por lo mal que iba todo. Algunos hablaban de caídas de asteroides y otros hablaban de un guerra nuclear entre Rusia, China y Estados Unidos que nos iba a llevar a pasar hambre y miserias en Europa, que sería finalmente invadida. La invasión de Europa: por los chinos, los rusos o los árabes o todos juntos. La invasión de Europa ya se tomaba cómo una realidad, la gente no es tonta.

Tenía el muchacho otro bello recuerdo. Cuando tenía 17 o 18 años se encontraba bebiendo latas de cervezas en el césped Rafael por la mañana cuando le llamó su madre para que le acompañara a hacer la compra en el Corte Inglés de Puerto Banús. Entonces el muchacho guardó una cerveza en su riñonera para bebérsela luego y se subió al Volvo 740 de su madre. Cuando llegaron al sitio ella pidió que le esperara en el garaje y el garaje era un sitio muy oscuro y siniestro y mal iluminado. Sin embargo el muchacho sacó su cerveza y empezó a beberla sentado en el coche mirando a las oscuras paredes y fue muy feliz. Se encontraba a gusto el joven en aquel lugar oscuro y siniestro con las paredes grises y ahumadas. Mientras estaba solo esperando y cómodamente sentado el sabor de la cerveza en aquel lugar le llegó de una manera especial y supo sacarle mucho partido y además cómo antes había estado bebiendo también pudo completar su contentillo ahí mismo y el sitio en el fondo le gustaba. Muchos años después, en el mismo Corte Inglés de Puero Banús su madre le llevó a hacer unas compras y se separaron y entonces él entró en el super y se compró unas cervezas fuertes de Strong Ale y se las bebió en el servicio esperando a que se hiciera la hora en la que había quedado con su madre. También disfrutó mucho bebiendo cervezas a solas en el servicio oscuro y mal iluminado de los baños de caballeros del Corte Inglés de Puerto Banús. Sin saber por qué disfrutó mucho de esa sensación, de esa sensación de ser de alguna manera cómo un insecto.

Los supermercados le gustaban mucho, le gustaban mucho los garajes de los supermercados y también estuvo allí un día con David, Charlie y Alberto y entraron todos a comprar y él se compró unas latas que luego de regreso se iba tomando en el coche. Acompañar a Charlie y Alberto a hacer las compras fue una gran idea, sin saber por qué los grandes almacenes ponían siempre de bueno humor por sus formas y sus gentes y su tránsito y su iluminación y siempre caían unas latas de cerveza que beber de regreso arrullado por el murmullo del tráfico y el trasiego del vehículo a motor. Una sensación que le gustaba. Se miró en el espejo retrovisor y miraba sonriendo. Era feliz, por el clima y el sol y también por el alcohol y el zozobrar del coche. Era feliz y se miró en el espejo retrovisor y tenía una gran cara de felicidad, de mucha felicidad y con el tiempo aquello no se olvida, aquellos momentos felices.

Entonces recuerda el muchacho un día en el supermercado de Riosol en Estepona con el jabacuc y Charlie comprando botellas para hacer botellón en casa de Toñi. Toñi les invitaba a su casa a hacer botellón y ellos tenían que comprar las bebidas. Lo curioso de todo, lo más curioso de todo, es que el muchacho se recuerda comprando las bebidas para hacer botellón en aquel supermercado pero la fiesta que vino después no la recuerda en absoluto...¡Cómo se pondría el muchacho de alcohol hasta arriba para no acordarse del botellón en la casa de la Toñi! No tiene ningún recuerdo en absoluto. Lo último que recuerda es a Charlie y al jabacuc con él comprando bebidas en el Riosol de Estepona.
Y han pasado más de veinte años desde entonces, quizás poco menos...pero no tiene ningún recuerdo de aquella fiesta que debió ser sonada.

Luego a veces el alcohol traía irritabilidad y ganas de discutir y el muchacho se recuerda con su amiga Marta enzarzado en una discusión en el puerto de Marbella pasado de copas y en esa noche le llegó a tocar los labios y correrle todo el carmín y no sabía ni recuerda por qué estaban discutiendo, tenían entonces de 17 a 20 años y recuerda el muchacho que le corrió el carmín de los labios a su amiga Marta discutiendo y fue el periodo de tiempo en el que llegó a aquel lugar un joven de Barcelona que estudiaba medicina y que era muy guapo y muy listo, quizás tenga eso algo que ver...pero el muchacho no lo recuerda bien, pero se pasó con ella y luego la tiró del pelo y la hizo daño, quizás no tuvieran ni 17 años cuando pasó todo aquello, pero no puede olvidarlo porque él era cómo si fuera otra persona. Su amiga no le dijo nada, no se lo tomó en cuenta, sólo le evitó y después no le vio en toda la noche. Pero el muchacho sabe que si eso ocurrió en el puerto de Marbella habría pasado hace más de treinta años...¿Por qué no puede olvidarlo? Porque Marta aceptaba su rencor y le daba con ello la razón...¿Pero por qué discutieron? No puede recordarlo.

Y así grandes lagunas mentales debidas al alcohol y a los porros, grandes lagunas mentales de días enteros y de casi semanas...No puede recordar bien el muchacho, todo ha quedado en el olvido. Se recuerdan algunos buenos momentos y también algunos malos ratos pero lo común se olvida...y nadie sabe por qué es así, pero lo común se olvida, se acaba olvidando.

Y todos los recuerdos le vienen en unos soportales de Pucela enfrente de la biblioteca pública Rosa Chacel. Unos soportales guarecidos de la lluvia y el viento que disfrutan de la calefacción de las casas y los portales aledaños y en los que siempre se está bien. Muchas veces el muchacho se coge sus cervezas y se va a coger calor en esos soportales climatizados mientras degusta las cervezas compradas en el super. Y entonces le vienen recuerdos de su amiga Marta y de por qué se enfadó con ella en el Puerto de Marbella y por qué sucedió todo. Pero ya han pasado más de treinta años y ahora nada de todo aquello tiene sentido. Y eso le da pena al muchacho, que nada de todo aquello tenga sentido ya. Quizás estaba enamorado de ella.

El sabor de la cerveza metálico en los soportales climatizados, el sabor de la cerveza que siempre vuelve y volver a aquel lugar, a aquellos soportales donde en el fondo se ha bebido siempre, donde el muchacho bebía cuando vivía solo en su casa del barrio de La Farola. No le pillaba lejos y se metía en esos soportales a beber, lo prefería a un bar y por allí daba largos y extensos paseos, recordando, imaginando, soñando.

Pasear y ver viejos y jubilados y señoras cargadas por los años, los habitantes de esos lugares. Y ser un intruso en esos lugares para jubilados con buenas pensiones pero estar allí no sólo de paso y estar allí bebiendo y hay pintadas en la pared que dicen barbaridades y luego son tachadas y contestadas con otras barbaridades y eso entretiene al paseante.

Estar allí caliente y guarecido mientras afuera llueve y recordar las aventurillas del verano de aquel lugar-pueblo-urbanización del sur de Europa y del sur de España y para casi todo ha pasado ya diez años y para muchas cosas han pasado veinte años y para algunas otras han pasado treinta. Y no poder volver atrás, es imposible. No poder volver a los 17.
Ni a los 25.
Y seguir siendo el muchacho que recuerda. El joven aún.

Y el sabor de la cerveza acompañando, acompañando siempre.

Y aquel Chico de Barcelona que estudiaba medicina el muchacho lo recuerda por un larga conversación que mantuvieron en Benamara. El estudiante de medicina sostenía que no existía Dios y que el Túnel que vemos al morir se debe a fenómenos neurológicos y químicos pero que realmente no hay más allá, todo es una alucinación postmortem o entremortem. El más allá no existe y quiénes han creído verlo han sufrido una alucinación. Era la opinión de un estudiante de medicina que con 17 o 18 años no creía en Dios. Una persona increíblemente inteligente.
Hizo pensar al muchacho y por eso lo recuerda.

Luego mi vida pegó un cambio en cuanto pasaron veinte años más y ya no era la misma persona, me volví más responsable, desapegado y calculador.

No llegué a comprender bien lo que pasaba en mi vida pero yo no era el mismo y así lo sentía, era inevitable pero así lo sentía. Era inevitable, se había producido un cambio en mi y el cambio había llegado para quedarse pero a lo mejor no porque en este mundo nada es permanente pero a lo mejor algunas cosas si que son permanentes y otras no, pero la tónica es pensar que nada es permanente.

No tengo reparo en contarlo porque dicen que todo cambio que se produce siempre es para mejor, todo cambio que se produce es siempre para mejor, eso es lo que dicen, que todo cambio es para una mayor evolución de nuestra alma. Pero quizás se pueda sufrir una involución, de eso hablaba un filósofo puntero del pensamiento español aunque él pensaba que eso sucedía sobre todo a las naciones y con humildad tenemos que concluir que no sabemos nada y sólo tenemos datos, datos y datos incluso cuando nos lavamos la cabeza en la ducha, datos y datos y los datos están ahí, no hay que tener miedo y sí que hay que tener mucha humildad porque la humildad es importante y también debemos aceptar los cambios cómo inevitables y ser conscientes y también resignados, es siempre lo mejor y cuando se produce en la vida un salto evolutivo hay que darle una bienvenida y cuando se produce un cambio para mejor nunca sabemos a qué se debe que se haya producido y es cómo si Dios tuviera planes para nosotros que no entendemos.

Los planes que Dios tiene para nosotros y que no entendemos son un misterio y se pierde el tiempo pensando en ella o imaginando y un día te sientas en una terraza en la calle y te preguntas qué planes tiene Dios para ti y debes pensar también qué quieres hacer tú, imponderables pueden surgir o quizás no y la sensación es un poco desazonante, cómo si no tuviéramos voluntad pero la voluntad lo es todo.

La voluntad lo es todo y lo sabes, la voluntad de ser y de estar mejor lo es todo y eso lo comprendes y eso es así porque no puede ser de otra manera y sabes que es así y lo comprendes y también lo examinas y los reduces para comprenderlo mejor y bajas a la parte baja de la casa y piensas y siempre pensando te acabas por angustiar y el pensamiento produce neuras y obsesiones y un gran desgaste emocional, pero a veces no es así y lo que sucede es que se trata de tu propia energía que no conoces, y quieres avanzar y avanzas y te saben mal las cosas y no puedes evitarlas y así hasta al final de un pensamiento que encauza a otro y se forma una madeja que no te deja descansar bien por las noches pero al final duermes, con todo duermes y los sueños son aquellos en los que escribías estando en el servicio de los libros y estudiando el COU, los pensamientos se vuelven sueños que te recuerdan que tú eras un escritor. Siempre los sueños te recuerdan que tú eres un escritor y que tienes que seguir escribiendo, los sueños hablan de tu responsabilidad.

Llega un momento en el que te haces más responsable y pones tu voluntad en ser más responsable y entonces piensas que se te pueden abrir puertas, pero tienes un pasado.

Sin embargo portarse bien obtiene sus frutos y lo sabes y quizás la vida sea un poco más aburrida y todo lo que haces es por algo y lo sabes y no es que quieras cambiar es que tienes que cambiar y lo sabes.

Lo sabes.