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martes, 14 de agosto de 2018

LOS POEMAS DE AGOSTO


EN EL FIN DE ESTADOS UNIDOS 

No los ángeles del sueño
ni el espíritu de los cruciferes,
no las baldosas amarillas,
no la caída del dólar y las guerras que vienen,
no los pasillos encerados de grasa que han brillado,
no los despachos con águilas que deforman el mundo,
ni los ascensores que suben hasta el techo donde no acaba todo,
no la voz en cuclillas de los depauperados,
ni la lima de sombra en las gargantas del aguardiente,
no los espejismos sin sol
ni las medidas que se toman y que no son oportunas,
no la crisis mundial
ni su aguacero de camisas limpias y sonrisas lastradas
ni un cuchillo bajo la ropa
ni su azadón de proa para no descansar,
ni los locos de las armas y el tedio,
ni los hombres de negro,
otra forma real de los real,
más allá de la infancia y del colapso del sistema,
la realidad que cubre lo que existe,
otra máscara plana y más difusa
donde aguardar y mantener
y ser lo que se ha sido
pero sin apetencia.

TANTAS CAVERNAS

Tú que has sido
una pregunta sin complemento
para lo que ahora ya no intento, morir
o lo que duele o la tormenta
necesita la paz
y decir que todo va ir bien,
muy bien.
El salón de baile está vacío
o la gente lo imagina.
El trébol tiene cuatro lados,
el cielo ahora despejado,
jamones con corteza,
automóviles rápidos,
las mesas colocadas
y el desván cubierto de polvo.
Veinteañeras con el pelo bonito,
hombres que se cepillan los dientes con fuerza
y lo que sabes ya
y lo que no has sabido
y lo que falta cuando falta algo
antes de llegar a eso que todos llaman
el gran toque final.


AGUA Y SAL

1

Si alguien toma con silente bravura y corteja con espesor de algas la sangre nueva, no tomes el camino que regresa y descansa.

2

La divinidad terrible sin dueño hace un nido vacío y de los pies escamas, teléfonos en la frente, coplillas de aguadoras y cortinas de lujo naranjas, un nuevo despertar, un sueño conocido, una tibia esperanza.

3

Ni la cadencia ni su ruptura ni su ascensión, ni la soledad ni el tedio ni el calor ni la firma, ni el mal humor ni la desesperanza ni los otros ni el ego, sólo la disolución de las formas y las estructuras, su posterior renacimiento sin el salto al vacío, una expresión de cambio en la que progresar, soportar, olvidar y después entender.