El sonido tiene que ser perfecto,
Los brazos se abren a un abrazo,
La satisfacción que llega y está
En los muslos apretados, en los dientes
Que se ciñen a los dientes. Y sus cabezas despuntadas
Abren las puertas de la eternidad.
Una camiseta marrón,
Unas pequeñas trenzas,
Un dolor pasajero y
Alguien que reina en el espacio para dejarse perturbar y luego aparecer
Bajo la máscara más pesada,
Al fin se entorna lo que se descubre y está
Bajo llagas de siglos y maderas de barcos,
Humo de taberna y lazos de sangre.
En el duermevela de las aguas que pasan,
Brújulas del sentir despiertas que no se agotan
Y luego siembran en los lechos nocturnos los hijos de la carne
Para que un día tengan gotas y botas.
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