En medio del tedio por las cosas pasadas existe el miedo por las cosas nuevas y lo desconocido guarda relación con todo aquello que no conoces y a lo que no puedes llegar, en una línea de puntos está todo lo que no se dice y lo que queda guardado y sin embargo la relación es muy cierta: quedan ciudades y quedan sistemas y se hacen las cosas con la intención de que todo sirva a un proceso, sin embargo ese proceso tampoco llega y las imágenes son coches circulando en la noche. Pasa el tiempo y eliges otros libros, comes otra cosa. Sin embargo todo aquello que se hace cómo simple entretenimiento no sirve, la cuestión es no estar vacío o no estar vacío o no, pero luego queda todo el peso, el de tu vida.
Sirviéndonos a nosotros mismos por nuestros instintos caprichosos nadamos en la arrogancia a veces sin perder la angustia, late en el fondo de todo un desencanto como diapasón de las formas nuevas hasta los sueños que no puedes recordar.
Y luego se hace todo.
Tengo la fuerza de una experiencia espiritual, todo se vuelve más negro pero no más oscuro en el espesor del tiempo.
Los ojos están abiertos a la oscuridad y la máscara es tragada, abajo están las formas cambiantes de aquello que se llama existencia y pululan alrededor mío y yo las llamo mis experiencias.
Son los sonidos del reloj a las dos de la tarde pero el reloj a las dos de la tarde no da las dos.
Entonces he entendido algo y lo que sé sólo podré descubrirlo más tarde, tengo números de las horas de los relojes y yo las llamo el tiempo que pasa.
Primero son las cadencias de las sombras del alma, ellas están volando bajo ahora y yo siento su fuerza y su fuerza me llama y entonces descubro que cualquier lugar es realmente ningún lugar.
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