EL CEREBRO AUTOMÁTICO
Viví una juventud cuando la mentira causaba un daño moral
pero todo eso se acabó y ahora un embustero es un creador de realidades distintas
y un hacedor de visiones personales en los distintos ojos de la esfinge,
como si cada uno fuese el locutor de su propio programa de televisión
el baile de los egos aumenta en este carnaval de soberbia
que mantiene fijas las mudanzas de las ideas sin principios
mientras fluctúa la ética cambiante que impone en la locura del mundo
nuestra propia impresión de lo real:
la falsa felicidad,
un grupo teatral que finge sus sonrisas
mientras su piel coloreada por el sol se torna roja,
aquel amigo con ojos de cangrejo que te recuerda eso.
Para todos los días de la coordinación humana
la cementera de las voces como pezuñas de caballos,
la grasa y sangre que nos sobra y es de todos,
una luz más alejada de la garganta con alas que cobra vida,
la nube que gotea los pies cortados,
salpicaderos en los coches con monedas y estrellas,
el frigorífico vacío,
sucios y lánguidos brotes de espuma en un charco de gasolina.
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