Tierna misericordia, flor estrellada de diminutos pasos en el fuego, figura de una voz ten calma, sortilegio infantil de damas bobas, repentino fulgor azul que asusta en unos granos de azúcar, flauta mágica que no sabes tocar, Pucela que arde, el viaje hacia Cantabria, trozos de pan, rombos en una chapa de un automóvil.
Víboras incoloras de abiertas bocas que trepidan y reptan, sonajeros en forma de cebolla despierta plásticos ahora, rebasa la salsa la barbilla y te la limpias con una servilleta, cuarto de estar en el que ya no estar, empanadas doradas.
Edificación lastrada, dibujos de casas de mazapán, tristeza en un camino con nieve que hace sucumbir los tejados en un cuento de rodillas, en un cuento de cartón con una figura negra echada.
Bocabajo las cartas y los sueños, espanto de los que ya son nada, flores de humo tan pequeñas que tapizan la nada miran absortas la grandiosidad y nada piensa desde la cabeza y son otros los que mirando sin mirar ya no descansan y quieren y no pueden pero nada querían y ya nada podrán.
Un puñado de míseros secretos en un hombre siniestro, una larga madeja de sueños negros que cuentan una historia, volverás al limpio despertar, una vez te dijeron y era porque en su día se lograba rescatar de tí la inocencia, han incendiado tus pasos hasta los malos caminos, la luna guarda intacta tu cosecha de las veces que heriste
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