Robert se dio cuenta de que Roimans no había terminado de sacar la compra del carrito sucio de tela y que los trapos sobre las sillas de la cocina no se habían lavado en mucho tiempo, lo mismo que la ropa tirada por el suelo.
--Me he traído yo la cerveza--dijo Robert para que Roiman no se viera en la obligación de hacer de anfitriona porque ni sabía ni tenía fuerzas.
Faltaban muy pocos años para que Roimans cumpliera los sesenta y se la notaba que era una mujer muy guapa que se había echado completamente a perder. Todavía conservaba el brillo azul de sus ojos verdosos que se opacaban por la noche por la medicación psiquiátrica dando la apariencia de que llevaba lentillas de colores para un baile de disfraces. Por lo demás tampoco había engordado mucho para su edad pero sus pechos grandes y voluminosos ya estaban empezando a caer. Morena de las morenas que nunca se tiñen porque piensan que las morenas son malas y las rubias son tontas por un lado y por otro en ahorrar dinero y tiempo en tintes cuando en verdad todo se podría hacer al final con el objeto de no tener por qué supeditarse a agradar al sexo opuesto.
--Te tomas una cerveza, dos como mucho porque no me gusta que la gente beba en mi casa-- gruñó Roimans.
Robert no dijo nada y empezó a hacer el trabajo de informática en su ordenador para el que le había llamado. Tenía las manos muy grandes para medir sólo un metro ochenta y éso siempre le resultaba un poco incómodo a los demás.
Robert recordaba la conversación con Karls de meses atrás:
--Robert, Roimans quiere envenenar a sus hermanos y tú sabes de sobra que tu exnovia es su hermana y no te lo dice.
--Exactamente Karls...Roimans Blanco Núñez y mi exnovia se llamaba Ana Blanco Núñez y las dos son morenas, voluptuosas y de ojos verdes...y las dos son hijas de un constructor muy importante y las dos son de Cuéllar...
--Está muy claro que Ana es la hermana de Roimans y no te lo dice porque está loca y además te pide que mates a sus hermanos...
--No voy a hacerla ningún caso, claro.
--Ya, pero te puede meter en un lío.
Robert seguía haciendo el trabajo informático para el que había sido contratado pero primero sabía que no iba a ver un duro y segundo estaba en casa de una loca. Pero una curiosidad malsana le obligaba a seguir con el proceso, quería averiguar que era lo que quería Roimans exactamente de él.
En un momento dado el interesado del proceso informático tenía que identificarse.
--El programa me pide tu teléfono, Roimans.
Robert se dio cuenta de que el móvil de Roimans no tenía internet, era un teléfono de esos capados que se les dan a los niños pequeños, también se dio cuenta de que el internet del portátil de Roimans era de pastilla y que ella había comprado los megas en un software para un proceso.
--Lo podemos seguir haciendo con mi móvil desde un bar, te invito a un Kas naranja.
Roimans no podía beber.
--Voy un momento al cuarto de baño--dijo.
En ese momento Robert se dio cuenta de que Roimans no llevaba sujetador y que sus grandes pechos se desparramaban hasta la cintura bajo un camisón de tela fuerte negra con el que estaba seguro que ella iba a salir así vestida a la calle. También a sus gafas le faltaban una patilla pero no dijo nada.
El camarero al verles entrar lo primero que pensó es que eran clientes que se marcharían sin pagar, Robert llevaba un jersey sin camisa por comodidad, pero también indicaba pobreza.
En una mesa hablaron de trabajo, Roimans parecía contenta de que alguien tuviera el detalle de invitarla a un refresco.
Robert llevaba en la mariconera un par de latas de cerveza comprada en un kiosco, bien fresquitas. Al salir del bar, donde se tomara una pinta, se sacó una.
--Otra...¿Cuántas más te vas a beber?-- dijo Roimans.
--Soy un alcohólico-- se excusó Robert.
--Por éso oyes voces.
Robert había tenido cierto éxito como escritor y sobre todo como poeta, escribiendo en folios blancos las palabras que esc deuchaba en su mente. La voz que siempre escuchaba Robert él la llamaba " La Intuición" y sabía que se trataba de un espíritu que le hablaba siempre. Cuando Robert se hizo youtuber " La Intuición" le decía qué argumento tenía que desarrollar para hacer sus vídeos, también "La Intuición" le decía sobre qué temas tenía que escribir y le recomendaba temas para sus poemas y novelas, pero incluso a veces " La Intuición" le contaba secretos sobre las leyes espirituales que rigen el universo y para éllo abrió Robert un blog al que puso de nombre " Maestro Ocultista" y con el tiempo ése fue su pseudónimo en internet.
Caminaron juntos hasta la estación, había un gastrobar allí muy famoso y querían tomar algo para despedirse. Sentados en sillas de madera tomando vino y queso de cabra se encontraban la mayoría de los comensales, Roimans pidió un Neststea, Robert siguió con la cerveza.
--El martes viene mi hermano a mirar las claves del banco, le voy a dar un sartenazo y a la tarde te llamo para que me ayudes a sacar el cadáver.
Robert nunca sabía cuándo su amiga hablaba en serio y cuando no, pero la comprendía perfectamente. Al fallecer su padre constructor ella había heredado 785.000 euros, cantidad de la que no podía hacer uso sin el visto bueno de sus hermanos y uno de éllos debía ser algo así como su tutor legal. No sólo dejó el constructor millones de euros en herencia para sus cinco hijos, también más de 111 casas de pisos que se alquilaban muy bien y cuyo dinero de esas rentas Roimans no veía un duro, quería pleitearlo pero su familia la había incapacitado por enferma mental, para quedarse con la herencia, claro.
--No sé si el martes voy a estar ocupado-- se excusó Roberts pensando que a Roimans la renta de los pisos de las casas le podrían generar 50.000 euros al mes de beneficio, sumado al casi millón de euros que tenía en el banco pero que no podía tocar. Motivo suficiente para intentar librarse de sus hermanos, pero la policía no es tonta.
Realmente lo que pasaba es que Roimans era la mujer más rica de la ciudad y probablemente de toda la comarca, pero la estaban haciendo una movida para no permitirle tener acceso al dinero.
Roimans ni dormía por las noches. Sus hermanos pensaban comprar fincas en el extranjero y desaparecer de España, con lo cuál sospechaba Robert que no se estaba haciendo nada muy legal: blanqueo de capitales, tráfico de divisas, evasión de impuestos y dinero puesto en paraísos artificiales.
--¿A qué hora te vas a ir a la casa de Psicosis?--le preguntó Roimans a Robert con sorna.
--Cojo en diez minutos el tren para Tordesillas.
Robert tenía cincuenta años, la misma edad que tenía su padre cuando murió en circunstancias poco claras: se desplomó una noche y cayó muerto sin que nadie supiera bien por qué. Robert sabía que el un día también moriría así. El padre de Robert había sido un financista que igual conseguía montañas de dinero que desaparecían misteriosamente. Así que mientras había dinero había que aprovechar. De niño Robert vivió en Las Arenas, Getxo, Vizcaya. En la zona de chalets más rica y exclusiva del País Vasco, pero no fue nunca mucho tiempo, luego el dinero desapareció y se convirtió en un modesto piso de clase media en la capital de Castilla. Luego hubo mucho dinero otra vez: un chalet en las Rozas y otro en Marbella. Luego hubo menos dinero: un modesto piso en Chamberí y otro medianito en Torremolinos. Luego casas en pueblos de menos de treinta habitantes perdidos por la península, como si su padre estuviera huyendo de algo. Después dinero otra vez: un chalet en Valladolid y una casa en Estepona. Después el dinero desaparece de nuevo, luego de repente coches caros pero dinero inmovilizado en el banco, se compra una casa en Simancas y otra en Tordesillas. Después se compran y se venden casas en urbanizaciones de Madrid y Castilla en la que Robert vive en cada una de ellas menos de un mes. Luego una montaña rusa: ricos cada veinte días y pobres cada tres meses. Dinero que entra, sale, se invierte, se gana o se pierde. Robert recuerda una lujosa casa con frontispicio de mármol, pista de tenis y tres piscinas en la que estuvo sólo quince días: de ahí pasaron a un casoplón de pueblo con vigas de madera del siglo diecisiete. Hubiera sido todo una locura de no ser porque Robert en su juventud anduvo metido en drogas y ese estilo de vida junto a la marihuana y la cocaína hacía que la vida fuera un sueño. Estudios de bachillerato nocturno o a distancia, luego la UNED, una FP de informática privada por las redes sociales. No echar raíces en ninguna parte.
Coincide la muerte de su padre con la crisis sistémica del 2008, su madre coge la herencia de su marido y compra a sus cuatro hijos casas modestas en barrios obreros para que trabajen y se busquen la vida y se relacionen con gente normal. Finalmente las nueve casas de las casas de los pueblos tienen que venderse para hacer la finca y sólo quedan las casas de Simancas y Tordesillas. Robert vive con una chica en una casa humilde y trabaja en el Marqueting Digital, deja las drogas pero aumenta su alcoholismo y la chica le deja y se va a vivir a Francia del Sur y luego en el año 2012 empieza Robert a oír en su cabeza al líder de Amanecer Dorado y se vuelve un mendigo y acaba en un albergue de caridad. Su madre después de ésto no le deja vivir solo y le lleva con ella a la finca pero enferma de estenosis y comienza a quedarse paralítica. La madre da la herencia en vida a todos sus hijos menos a Robert que pasa a cobrar una pensión que le administra un tío abogado y otro perito. La finca se vende y se hacen partes de las que Robert no sabe nada y llega el colapso del sistema y se tiene que vender la casa de Simancas al final y su casa del barrio obrero se alquila a unos deficientes por medio de una organización benéfica y el dinero va para un seguro de vida para Robert. Al final la madre se queda paralítica a los ochenta años de edad y Robert con cincuenta castañas ya vive con su anciana madre paralítica a la que cuida una enfermera brasileña interna las veinticuatro horas del día en una casa de pueblo en Tordesillas que es como la casa de los horrores, alcohólico, derrotado y loco, dedicado a la literatura y al esoterismo.
--Tómate un chicle o bebe agua, que no te vaya a oler a alcohol tu madre-- le dijo " La Intuición" a Robert en su cabeza cuando se disponía a entrar en su casa.
Robert se percató de que todavía había agua en el lavadero para coches del polígono de Tordesillas y como no hacía mal tiempo se fue dando un paseo a beber de una manguera.
-- Tienes que escribir en tu blog sobre que todos somos un código -- aconsejó "La Intuición" a Robert imperativamente.
--¿Por qué no me dices nunca los números de la lotería?-- dijo Robert hablando con la voz de su cabeza.
--Porque tú tienes que seguir siendo pobre para ser un guía de la humanidad, date cuenta de que esa será tu misión cuando seas anciano, hablarás ante la ONU y serás un líder mundial...
Robert sabía que " La Intuición" le prometía una vida longeva porque llevaba un tiempo pensando que iba a morir pronto--"La Intuición" podía leer sus pensamientos--pero de alguna manera estaba seguro que si aquella voz le impulsaba a cometer un crimen, no pensaría en hacerla caso.
Aquella noche Robert escribió en su blog esotérico todo lo que " La Intuición" le iba diciendo sobre que las personas no somos más que un código. Pensaba hacer Robert también un vídeo para su canal pero que iba a titular: "Hologramas de luz" y al final era sorprendente ver como aquellas dos mentes eran realmente una trabajando en equipo.
Tratando de dormir más tarde, Robert pensaba que si era cierto que funcionamos a nivel energético, la energía de los ancestros muere o desaparece en el curso de una vida e imaginaba como unas rayas negras en su aura que eran la herencia energética de su padre y unas líneas azules brillantes en su espectro, que eran la herencia energética de su abuelo y que desaparecen cuando mueren éstos.
--No desaparecen, se crean--le dijo "La Intuición" suavemente tras detenerse a leer sus pensamientos.
Robert se preguntaba si "La Intuición" no sería el Espíritu Santo.
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