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miércoles, 27 de septiembre de 2023

Novela Nueva ( capítulo segundo)

Era tarde ya para iniciar una nueva vida, tarde también para enamorarse, tarde de sobra para querer a alguien. Robert se había vuelto más frío y más desapegado pero su amiga la rapera Doble Eme nunca le hacía ningún desprecio. La conoció estudiando Marqueting Digital en Madrid, era una compañera de clase que pertenecía a una familia muy rica. Con el tiempo Doble Eme se convirtió en rapera en las redes sociales, grabando canciones en los barrios pobres en los que no vivía, aparentando ser una chica de barrio y de la calle cuando nunca había sido así. Haciendo el papel de una choni por las redes con cierta gracia. Todo no era más que una estrategia de Marqueting para tener engañada a la gente, el mundo siempre ha estado lleno de bobos pero ahora estos bobos podían hacerte rico. Sólo había que decirles lo que querían escuchar. Robert pensaba que de alguna manera la política funcionaba igual: todo era una cuestión de Marqueting y en cierta manera la política era puro Marqueting ya: mirar que es lo que vende. 

-- A veces es mejor caer mal--le dijo en su cabeza a Robert " La Intuición"--, eres más auténtico.

--El dinero no lo consigues ahora cayéndole bien a la gente rica, sino cayéndole bien a la gente pobre--le comentó Doble Eme--algo de dinero tiene siempre la gente pobre que es ya más del noventa por ciento de la sociedad..¡Y están todos en internet! Hay que llevarse bien con éllos para tener seguidores y que te hagan donativos a tu canal...

Robert se acordó un día que vino un obrero a su casa a reparar las goteras y al mismo tiempo salió a la calle y vio el mismo obrero vestido igual y hablando por teléfono con la misma voz, pero se presentaba diferente: con un nombre distinto. También sucedió que estudiando Diseño Gráfico en la capital se encontró con un chico que era exactamente igual y tenía la misma voz que un chico que se fue a estudiar cine a Ponferrada y en una urbanización de Marbella vivía una chica que era igual a su primera novia y otra que tenía la misma voz que su primera novia pero que no era igual y en la piscina de los jardines comunes escuchó hablar a su primera novia y se acercó a abrir pero era la chica que tenía la misma voz y no era parecido, era exactitud y Robert pensaba que cuando suceden estas cosas nada es casualidad y el mundo no es real o es una simulación o se lo inventa nuestra mente o todo es producto de una supraconsciencia mundana que se divierte con nosotros o estamos solos y algo nos pasa una película pero lo que vemos es pura ilusión: gente, casas, países, automóviles, ropa. Todo no existe sin embargo pero todo lo sentimos como verdadero. Y todo puede ser una creación de nuestra pura fantasía: todo lo que existe, todo lo vivido, todo lo soñado.

Robert recuerda la conversación que tuvo con su anciana tía-abuela, la Marquesa de Uselleti, que tenía noventa y ocho años cuando la escuchó en los años noventa hablar de su infancia:

--Mira Robert--dijo su tía--cuando yo era pequeña rezábamos en misa por el Kaiser Guillermo y cuando ya fui más mayor y Hitler llegó al poder nos parecía a todos un sargentucho que no llegaría a nada, así que nunca hay que hacer de menos a nadie en esta vida, que nunca sabes hasta dónde puede llegar la gente si se lo propone.

Robert estaba sentado frente a una mesa de roble en la mansión dando buena cuenta de un plato de patatas fritas que le habían traído los criados de la marquesa.

-- Y cuando yo era pequeña--siguió hablando su tía-- nadie sabía ni leer ni escribir, toda España era analfabeta menos cuatro gatos que eran los curas y unos gestores que llevaban las cuentas de la gente con dinero y que realmente no eran ni abogados. Cuando yo era pequeña, treinta años antes de la guerra civil, todo el mundo trabajaba en el campo, la clase obrera no existía porque todavía no se había creado ninguna industria y los campesinos andaban por la calle por las cloacas...¡Éso de que la calle sea de todos es muy moderno, Robert! Luego por las aceras andaban los nobles y los burgueses y los obreros y los campesinos iban por las cloacas...y cuando en en 1915 se permitió a los obreros caminar por la calle, tenían que hacerlo al lado de la carretera pero los coches eran de caballos y no había casi ninguno. No teníamos ni radio ni televisión y yo aprendí a leer y a escribir con unas monjas francesas que educaban sólo a gente muy rica...¡Las escuelas no existían! Yo nunca fui a la escuela porque las escuelas no se habían inventado todavía. Éso de que los niños fueran al colegio empezó en Barcelona en 1910 y no había colegio en todas partes. Antes de la guerra civil el ochenta por ciento de la gente era analfabeta...¡Y no pasaba nada, hacíamos ejercicios espirituales! Y ya con el Generalísimo se empezó a enseñar a leer a la gente de los pueblos cuando hacían el servicio militar. A la universidad no iba nadie, ni cuatro ricos...¡La gente rica no necesitaba estudios para nada! A la universidad iba el que quería ser cura o médico, lo de estudiar Derecho vino después...y no eran más de cinco personas por clase, los oficios pasaban de padres a hijos y a la universidad ibas realmente a comprar un papel: te enseñaba tu padre.

--Es una pasada, tía, lo de que los obreros no pudieran caminar por la calle en España hasta 1915--comentó Robert metiéndose una patata en la boca--a lo mejor escribo un día sobre el tema y no se lo cree nadie.

--Pues escribe también que siendo yo muy pequeña yendo de paseo con mi madre, vimos subirse a la acera a un obrero que se había cansado de caminar por la línea de la carretera...y la gente llamó a un guardia.




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