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martes, 13 de diciembre de 2016

CUANDO HABÍA EXAMEN EL LUNES

Te daba un poco sol y la gente te decía te está dando el sol y si pasabas frío la gente te decía estás cogiendo frío y así era cómo la gente te hacía sentir el clima, te hacía sentir calor o frío y de otra forma no te enterabas.
Tenías una cartera que tenía un pequeño espejo y te mirabas en el espejo de la cartera y así pasabas la tarde y otras veces te acordabas de esa cartera pero esa cartera no era la tuya, era de un primo y te la prestó y no sabes por qué fue así pero es un recuerdo más, casas de ladrillo amarillo y gente de pie, gente puesta en pie, para comer emparedados y  mediasnoches y así pasaste un invierno y luego las casas cambiaron, luego las casas fueron otras y entonces estabas en el ático de una casa y se veían pasar motos de competición, desde los tejados mirabas pasar las motos de competición y era un recuerdo también o lo es ahora. Jugabas con peonzas y eras muy torpe con la peonza y luego aprendiste más cosas y cuando ya sabías lanzar la peonza te aburriste de la peonza.
Pero siempre pasan cosas y siempre te recuerdas pensando y no sabes por qué eras así y una tarde en el parque de enfrente del instituto hablaste con una chica muy rara de cosas muy raras y tenías quince o dieciséis años y lo recuerdas cómo un día extraño, un día que preparabas un examen y que te salió bien y al principio hablabas de lo bien que te había salido el examen y luego la conversación cambió, aquella chica estaba loca y tú también y lo recuerdas todo ahora y nada tiene sentido porque nada lo tuvo entonces y mirabas la carretera por la que corrías los sesenta metros lisos y hacías buenas marcas y tenías una poderosa zancada.
Y hablabas.
Luego hay un bar donde sirven cazuelas de cerveza, las cervezas se sirven en cazuelas de doce o de quince litros y la gente se bebe quince o 20 litros de cerveza cómo si tal cosa y era una barbaridad y la gente cuerda y biempensante quería cerrar ese bar y al final lo consiguieron y tú te caíste de la silla bebiendo cerveza y tu amigo perdió las gafas dentro de la cazuela, la gente estaba cómo una moto y se gritaba mucho. Escuchabas canciones de "Modestia aparte" y "Modestia aparte" te gustaba mucho, sus canciones te hacían pensar y una tarde escuchando las canciones de "Modestia aparte" y borracho pasaste buenos ratos, no tenías ni quince años.
También había otro bar con un salón al fondo bajo unas escaleras, allí servían jarras de cerveza muy grandes y tú invitabas a los amigos y bebías mogollón de cerveza y compartías las jarras y tomabas una y otra y una y otra y escuchabas canciones y mirabas a las chicas y tus amigos movían los pies al ritmo de la música sentados en baldas de madera. Un cigarrillo tras otro y bailar con un cigarrillo en la mano. Bailar solo y borracho y fumando. No tenías ni quince años.
Y hablabas.
Luego un poco más mayor con inquietudes más artísticas y más serio pero no más relajado y con una mente que ya empezaba a ser un poco obsesiva y los días en los que salías y sabías que luego ibas a tener un examen el lunes que no habías preparado, los fines de semana en los que había exámenes toda la semana y tú de copas sabiendo que los ibas a suspender, el sentimiento de culpabilidad que se te quedaba y la vergüenza torera de presentarse a los exámenes sólo por dar la cara y ese malestar de tus etapas de mal estudiante, toda tu preocupación por unas notas, toda tu preocupación por unas asignaturas y salir todo el fin de semana a beber y no querer pensar en qué iba a pasar cuando llegara el lunes. No tenías ni veinte años.
Luego te tomaste los estudios más en serio.
Ahora lo recuerdas, los fines de semana cuando había examen el lunes y tú no lo tenías preparado, salir a beber y a olvidar tu futuro fracaso.
Y no saber qué va a ser de tu vida.
Encontrarte con otros amigos que también iban a suspender y darse ánimos entre todos y llevar de esa forma en grupo una alegría falsa y saber que uno no se podía salir del sistema tan fácilmente, que ni siquiera el alcohol ayudaba.
Y en el fondo no te gustaba la vida que tenías, la vida que llevabas...querías ser un adulto ya y que pasara todo, querías tener cuarenta años y estar debajo de un puente pero que nadie te dijera nada, pero había que seguir viviendo, había que pasar la adolescencia y era un trabajo y se hacía pesado...vivir esperando el viernes, vivir esperando el fin de semana para poder salir a beber...vivir esperando ser libre tres días a la semana, lejos del instituto y de las clases y de los profesores...¡Vivir para beber! ¡Vivir para andar de bar en bar, de discoteca en discoteca, de bares de chupitos en bares de chupitos!
Y así pasan los años.
Cuando estabas en clase mirabas a la gente desde tu ventana y la gente tenía que estar en la calle por algo pero no tenían ya que estar en el instituto, y eso te daba rabia.
No te gustaba el colegio.
No te gustaba el instituto.
No te gustaba la universidad.
No te gustaba aprender estando encerrado, estudiar entre cuatro paredes, querías estar en la calle, ser un chico de la calle y aprenderlo todo en la calle...
¡Querías ser libre!
Y luego de adulto tampoco te gustaba trabajar.
¿Qué clase de mundo hemos hecho los seres humanos? ¿Vivimos todos en una especie de prisión?
Levantarse a trabajar, pagar una hipoteca, pagar facturas...trabajar más horas para pagar más deudas, quince días de vacaciones al año para desparramarse completamente y beber hasta perder el sentido, un día a la semana haciendo ocio y escapando de todo...y luego mucho vino con las comidas y cosas así.


Y cuando no te gustaba la sociedad en la que vivías te llamaban sociópata. Pero tampoco te gustaba el mundo en que vivías y te evadías con lecturas de libros escritos por personas muy extrañas y geniales que tenían ideas maravillosas sobre la vida y su conjunto y que eran unos rebeldes, sus vidas te gustaban...¡Y te convertiste en un artista por pura rebeldía!
Y no parabas de hablar.
Al final la literatura fue una solución, leer te gustaba.
Al final la filosofía fue una solución, filosofar te gustaba.
Y encontraste tu mundo extraño y te hiciste un extraño entre lecturas extrañas y textos extraños llevados a cabo por vidas extrañas.
Y eso te gustó.
Y te convertiste en un dios de la extravagancia.
Y así pasaste tus mejores años: el rebelde, el poeta, el artista, el filósofo, el bohemio, el inconformista, el iconoclasta, el egocéntrico, el ácido y  el destructor...¡El hombre de letras!
Y abriste un camino y muchos siguieron tu propia senda y a veces con más éxito que tú pero ya llegaron después a dónde tú ya había llegado primero.
¿Y ahora qué?
El mundo que conocemos o que creíamos conocer se está desmoronando en medio de una tercera guerra mundial y una grave crisis económica, sólo en España hay 14 millones de pobres y en todos los países de Europa más de un treinta por ciento de la población vive sumida en la pobreza y un veinte por ciento no tiene ni lo justo para poder vivir día a día. Pobreza para algunos y precariedad para casi todos porque siempre existirá un pequeño grupo de privilegiados, pero son minoría...son minoría ya.
¿Camino de una gran guerra? ¡Veremos!
¿Camino del colapso completo de las estructuras? ¡Lo veremos!
¡A disfrutar mientras esperamos el fin del mundo conocido de la lectura!

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