Las gentes enfermas, con voces saliendo de sus cuellos no se alejaban de la plaza sino que eran Carlos, Fernando y Luis Ángel los que se alejaban de aquel lugar. Todos sabían que aquellas quejas no eran más que el principio, el principio de todo lo que se estaba viviendo. Ya no había suficiente comida en Madrid para los pobres en los comedores de caridad, más de cuatro millones de pobres en Madrid asistidos por los Servicios Sociales habían agotado las reservas de alimentos y se esperaban grandes algaradas y manifestaciones. Carlos, Luis Ángel y Fernando viviendo en su ciudad provinciana tenían menos problemas, era más sencillo repartir los recursos. Pero las grandes ciudades cómo Madrid, Bilbao y Barcelona estaban colapsando y eso significaba grandes desórdenes sociales. Luis Ángel y Carlos, ya con casi cuarenta años, vivían mantenidos por sus padres y sin trabajar. Con Fernando pasaba lo mismo pero al menos tenía poco más de treinta años y había trabajado largas temporadas de camarero y aunque en precario colaboraba bastante con la economía familiar, por su parte Luis Ángel y Carlos siempre habían sido unos parásitos y se escudaban pensando y diciendo que no habían hecho en esta vida otra cosa que no fuera estudiar, lo cual en parte no dejaba de ser cierto. Muchos cuarentones cómo ellos se encontraban en la misma situación, por desgracia y por cuestión de edad ya era muy difícil que encontrasen un trabajo en el mercado laboral. Sólo había que dejar que pasasen cinco años más para que Luis Ángel y Carlos pasasen a ser un problema del Estado y merecedores quizás de alguna paga o subsidio de extrema necesidad para acabar sus días viviendo en algún centro de los Servicios Sociales al morir sus padres y no poderse mantener por sí mismos. Su consuelo es que en esa misma situación se encontraban millones de personas, se las llamaba personas en riesgo de exclusión social y eran personas para las que sencillamente no había ningún futuro, a no ser que su futuro fuera ser una carga para el Estado. Fernando aún era joven, sabía bastante inglés y su futuro estaba en otras tierras. En algún lugar del extranjero de habla inglesa no le sería difícil con su curriculum encontrar un trabajo bien pagado de camarero o de jefe de sala en el que poder mantenerse algunos años, quizás bastantes. Fernando todavía podía rehacer su vida, lo que pasaba es que para él Carlos y Luis Ángel eran una mala influencia y ésto pensado paradójicamente porque era Fernando el que ahora vivía de pasar drogas, sin embargo también existen otras delincuencias soterradas contra la sociedad y una de ellas y también la más común era no haber querido trabajar en la vida aunque fuera por fuerza de estarse labrando un camino con los estudios superiores que una vez finalizados se iniciaban otros nuevos, todo en el fondo con el ánimo de no trabajar y vivir permanentemente una vida muelle de estudiantes con el dinero de la familia, así había mucha gente pero no eran excusa. Serían los nuevos pobres: los pobres ilustrados. Y acabarían votando a Podemos antes de que el dinero físico terminara de extinguirse y con objeto de poder acceder a algún tipo de Renta Básica Universal, ésto es: seguir viviendo sin trabajar.
Y eso viviéndose el inicio de una tercera guerra mundial.
Para Luis Ángel vivir en provincias le procuraba cierta paz mental, sabía que era más fácil distribuir el dinero entre los que menos o nada tenían porque era más fácil de controlar en sociedades poco habitadas, sin embargo el ruido y la bulla que llegaban de Madrid y Barcelona se contagiaba entre las gentes apesadumbradas y quejumbrosas aunque no faltaran alimentos en los comedores de caridad ni albergues para los sintecho. Con todo ello la gente no dejaba de salir a la calle para lamentar a voz en grito el colapso del sistema que todo lo había trastocado, pero el caos realmente estaba en Madrid y en Barcelona y también en Bilbao y en Santiago pero no había llegado sobremanera a provincias y menos a provincias castellanas que, circundadas de mucho campo, siempre tenían reservas de trigo, grano y maíz en sus despensas y eso hacía que nadie pasara hambre...¿Pero por qué no se estaba auxiliando a Madrid y a Barcelona? Todo era por la política autonómica, todo se debía a la gestión y retribución del capital.
--Tres cuartos de hora de mi trabajo--dijo Luis Ángel a la camarera cuando le puso una cerveza.
--El dinero para pagarme una caña lo gano en tres cuartos de hora--siguió explicándose y luego concluyó:--Escribo artículos en internet a un euro el artículo.
--Y vives con tus padres--finalizó la camarera para después añadir:--Yo también, pero gano mucho más...
Había cierto deje de vergüenza en su voz, cómo si se sintiera culpable por tener un trabajo...
Carlos se había marchado, el bar había sido de unos gallegos que llegaron de ultramar, Fernando también se había ido. Con la fuerza que le daba estar solo Luis Ángel prosiguió hablando:
--España está muy mal. Pero todavía no ha venido una guerra o recién está comenzando. Por eso sueño siempre que estoy en un barco atestado de gente camino de Chile o de Méjico...y es por la guerra que va a venir, que está llegando...
--Yo sueño siempre con dos soles--dijo la camarera--.Los veo en el firmamento y luego sé que ya se va a acabar el mundo, que morirá mucha gente...
--¡El fin del mundo!
--Algo así.
--Somos afortunados de haber podido vivir en democracia con seguridad social gratuita, pensiones y universidad regalada...¡Ahora todo eso se ha acabado!
--¿Las pensiones también?
--Las pensiones también.
--¡Normal que sueñes con una guerra!
Y Luis Ángel se quedó solo con su cerveza.
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