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jueves, 3 de enero de 2019

Cosmos 1 (Escrito en 1999)

La piel de aquellas personas se había vuelto transparente, después de escucharles a todos hablar en círculos tenía la vaga impresión de ser parte de ellos pero aquel grupo se había colado en los intersticios de la colina espacial formando su propia comunidad y manteniendo sus propias costumbres. Eran muy altos, de más de tres metros, y no parecía mayores ni siquiera los adultos. Muy delgados y vestidos con túnicas plateadas parecían indicar un camino cuando giraban bailando hacia las estrellas con sus manos. Mucho tiempo estuve observándoles porque me encontraba ocioso en aquella colonia y para mí eran tan desconocidos como los habitantes de mi propio planeta. La mujer que era su líder se llamaba Runka y era vistosa, de larga cabellera rubia y ojos grandes y de un azul intenso. "Amigo cósmico" me dijo "Bienvenido a la comunicación telépata" y no movía los labios para hablar. Yo quería contarle sin hablar también algo sobre los restaurantes chinos de la calle de una casa que conocí y lo hice también sin mover la boca. Rápidamente comenzamos una larga conversación entre nosotros, las voces aterciopeladas llegaban a mis oídos dentro de mi mente por parte del grupo, qué quieres saber, me decían, por qué acudes a nosotros. Estábamos en un apartado de la nave en el que se cultivaban plantas medicinales para el pasaje, yo probaba esas pantas de mi mano plantadas pues ese era mi cometido, yo era el jardinero de la gran nodriza y era el único terrestre que no había nacido en aquel lugar, el resto eran humanos modificados y presos comunes con narcóticos en su tratamiento. Yo deseaba las plantas hilarantes y las que me hacían tener sueños claros y bonitos, aspiraba su perfume y preparaba mi pipa para la experiencia con Runka. Di una calada a mi pipa de plantas, una oleada de sensaciones maravillosas me invadió por entero y poco después volví a dar otra calada sintiéndome conectado a todo, conectado al infinito...Ven a la puerta del cosmos dijo la voz, es la puerta que se abre sin que nadie la pueda cerrar, es la puerta que siempre queda abierta. Mi pipa seguía encendida proyectando un halo verde de feminidad, el gran ángel no es un ángel seguía diciendo la voz, en el planeta de los helechos, proseguía, existe el cielo estratificado en el que todo es duro y conmensurable, es la nueva partida de vidas que necesita su centro devorador, de ahí es de dónde procedemos.


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