UN AGUJERO QUE LLENA NUESTRO MUNDO
El lago helado de mi cabeza en la última intersección,
la última señal de una vida que escala y que culmina,
es la apariencia a deshoras de lo que encuentra otro camino,
es el sino nuevo en que perderse y ser para cambiar
pero en la manera de lo que nunca acaba,
pero en el sitio sacado de quicio
desde el vértice de la inconstancia al nudo de las casualidades
y también con aquello que echas en falta
junto con todo lo que aún podría perdurar.
Un agujero llena nuestro mundo,
bajo el estiércol florecen las rosas.
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