Pirarte las clases de la universidad para hacerte de un club de ocio y tiempo libre y alquilarte unos patines en línea y con ellos rodar por las aceras de San Pancracio, toda la mañana así mientras los profesores de Literatura Comparada hablaban del Barroco. Sabías de sobra que tu título universitario de Literatura Comparada del Barroco nunca te iba a servir de nada, lo mismo que tu título de Adaptaciones Literarias al Cine. Pero lo sabías tú y lo sabían todos y además todavía eras un niño, nunca habías estado con una mujer y lo que hacías era volver a los bares aledaños a tu instituto para recordar viejos tiempos de la misma manera que cuando estabas en el insti te gustaba volver a los bares cercanos a tu colegio para recordar un pasado que nunca conseguías dejar atrás. Pero un día todo se hizo con ordenadores y te compraste un PC.
Recuerdas que tendrías dieciséis o diecisiete años y tal vez dieciocho y te saliste de tu cuerpo. Nada más llegar o casi a tu piso de Casites Blanques en unas vacaciones, te dio un colapso nervioso y empezaste a gritar frases que no recuerdas y al final acabaste tu discurso diciendo:
--"El espíritu que camina, el hombre que nunca muere"
Y recuerdas que diste luego un gran salto y llegaste hasta el techo pero lo que pasó es que tu alma se había salido de tu cuerpo.
Recuerdas con mucho cariño cómo con veinte años te fuiste a una discoteca de la Costa del Sol y te pusiste a recordar borracho cuando empezaste a fumar tabaco con dieciséis años. Siempre eras un nonstálgico de tu pasado, no lo conseguías dejar atrás y nunca conseguías superar etapas y todo era al final un merengue y un puzzle que hacían una tarta o una empanada difícil de digerir.
Un concierto de ópera en León que era como ver una postal o una foto cuando te diste cuenta de que todas las chicas se llamaban igual.
Bailar pasodobles por los pueblos con unas manos muy grandes y los brazos muy largos y con veinticinco años y pasando un poco de frío pero te daba igual.
El muro del bar El Pirata y tú con cervezas encima dándote de cabezazos, realmente debió suceder éso pero años antes había un banco sobre un césped mirando al mar desde el que escribías cartas de amor y supiste después que también mandaste unas fotos que hiciste de cuando aprendiste a revelar filminas con el método E9 en la Formación Profesional de Imagen y Sonido, así que estamos hablando de 1998. Ahora todas las fotos se hacen en digital. Pero lo curioso es que supiste que mandaste hacer unas fotos sobre unas filminas en un lugar de veraneo pero no recuerdas dónde escribiste, en qué diario, que ésto fue así, pero lo supiste mucho después. Hubo a veces tres meses de vacaciones pero eras demasiado niño todavía, recuerdas cuando los meses de vacaciones eran dos. Recuerdas esos primeros días de septiembre del año 2003 en un karaoke donde con un sombrero mejicano cantaban y bailaban las camareras porque no había casi nadie en el local y querían animar el ambiente. Cayeron cuatro o seis cervezas y un par de copas, siempre agradecerás haber tenido dinero suficiente para tus vicios. Llamaste con el móvil a un amigo que tenías en Madrid para contárselo. El móvil era como un ladrillo.
Hay como tres pasillos dimensionales: el primero el muro de El Pirata y el segundo el bosque de las náyades y el tercero el patio de columnas de la plaza de Hipólita y allí recuerdo que una vez éramos treinta o cuarenta personas, todos chicos jóvenes, y desapareció David el Kata cuando lo que pasaba es que todavía no había llegado y luego no es que todos nos perdimos, es que la gente desapareció por arte de magia. Yo había estado fumando hachís y creo que lo que pasó es que perdí la noción del tiempo y me quedé solo y no había nadie recuerdo en un segundo pero pudieron ser horas pero éso fue antes de la hora de comer y lo enlazo con una borrachera colectiva en la que todos hablábamos a gritos muy alterados y había hasta eco.
Minipisos para vivir, minipisos asombrosos en el barrio de Lavapiés en Madrid que antes eran tahonas a pie de calle donde se hacía pan. Me recuerdan al ático modesto en el que viví con 28 años en el barrio de Chamberí en la capital de España. La vida de un hombre se puede reducir a unos pocos metros y no pasa nada. La vida de un hombre se puede reducir a unos pocos metros y sin embargo ser feliz.
Asientos de cuero blanco y mucha luz fuera y buen tiempo, desde luego. Y a lo mejor tenías que entrar en el servicio y entonces recorrías todo el bar y entonces te dabas cuenta de que estabas en un bar muy lujoso, antes fue el negocio de una australiana.
El bachillerato nocturno iba genial, los dos últimos años limpios y en la universidad los estudios de Filología muy bien con sobresalientes en Crítica Literaria y viniendo de un examen en Selectividad en el que habías sacado un nueve y medio sobre diez en Filosofia, pero conociste a Cristina y perdiste completamente la cabeza por ella...¡Las mujeres fueron tu perdición! Derivaste en un poeta oscuro y romántico con un jersey de mezclilla y gafas de pasta. Veías perfectamente, era todo una pose y una moda, las gafas que casi no tenían graduación. Encontraste en una casa de un pueblo que compraron tus padres un libro sobre astrología y empezaste a estudiar esoterismo, internet todavía no existía, la casa había pertenecido al sacerdote del lugar...
Luego todo está muy confuso.
El gran vertedero junto al mar lo asocias al arenal de una finca de la familia, son paisajes distintos sobre los que ya no escribes pero recuerdas que había un motor para subir el agua y que a veces no funcionaba en ese pequeño mundo en el que vivías y una vez con mucho calor enloqueciste y te pusiste a buscar por el bosque plantaciones de marihuana que no existían y antes en el campo de fútbol te encontraste con la pequeña delincuente.
Luego recordar que imaginabas que vivías allí bebiendo whiskies en invierno y que bajabas por la cuesta donde un día viste aparecer un coche sin luces y ahora recuerdas haber subido por esa cuesta varias veces pero como aburrido y mal emocionalmente de camino al prado. Todo es muy extraño ahora, cocinabas salteado de verduras, bailabas.
Catorce años viviendo en un humilde barrio obrero después de independizarte de tus padres y trabajando en el sector inmobiliario y en el del Marqueting Digital, todavía conservaban tus familiares alguna casita en la playa durante las vacaciones pero tocaba trabajar y ya no te ibas a tirar de vacaciones en la costa desde que acababa el colegio, el instituto o la universidad, hasta que volvían a comenzar las clases y por otro lado con treinta años largos ya no te apetecía tanta fiesta y sí sentar un poco la cabeza. Al final conseguiste trabajar quince años seguidos lo que te daba ya para una pensión no contributiva al menos y recuerdas esos veranos con toda tu familia y amigos en la costa y tú solo por tu ciudad castellana vacía...¡El tonto que se había quedado a trabajar! Y sin embargo te lo pasabas muy bien, en tu barrio humilde había piscinas públicas del estado y tú te ibas los findes con un bocadillo y unas latas de cerveza que al acabarlas tirabas a la papelera. Te llevabas lectura también, mirabas a las chicas...
Es curioso que fuera por la misma época por la que te daba por leer filósofos orientales y luego escribías de esoterismo en tus blogs, debió ser todo aquello desde que volviste de pasar ocho años en Madrid y te instalaste en tu ciudad provinciana que aunque no tuviera mucha vida y muchos estímulos culturales era mucho más pacífica y tranquila y te daba confianza. De esos catorce años trabajando y viviendo en un humilde barrio obrero, siete te los pasaste en pareja y siete solo. Luego la crisis del 2010, y unos años rarísimos en que cobraste el paro pero el presidente de España Zapatero después de agotar el paro te dejaba pedírtelo otra vez ( se llamaba plan Prepara) y se podía cobrar el paro tres veces seguidas, así que te tiraste tres años sin trabajar escribiendo novelas y poesía...¡Y todo el mundo estaba haciendo lo mismo: todo el mundo viviendo sin trabajar y escribiendo su novelita o sus poemas! Al final llegó Amanecer Dorado al poder y la sociedad colapsó y tu perdiste tu casa y viviste de pensiones y la Cruz Roja te hizo firmar que te daba una paguita de 250 euros a cambio de que no ejercieses la mendicidad...¡Firmé que nunca sería un mendigo! y aún así acabaste viviendo de pensiones con un poco de dinero por escribir artículos publicitarios en internet...y luego lo que todos sabemos: los indignados del 15 M del que salió el partido político Podemos, la gente viviendo en tiendas de campaña por las plazas, un millón de empresas a la ruina y más de seis millones de parados. Tocaste fondo, te volviste loco y acabaste en un albergue de caridad y en el 2016 te tocó volver a vivir con tus ancianos padres y te enamoraste de una polaca...
En 2020 vino una pandemia y luego una guerra mundial.
Recuerdos ahora que se esfuman, mucho tiempo prefiriendo estar solo y quedando con los amigos nada más que el tiempo imprescindible. Gente que luego conoces y con la que no te trataste en treinta años pero que estaban en la misma zona que tú. Hablar de todo sin tener mucho conocimiento, hablar por hablar con cervezas o copas de más o incluso drogado. Hablar sin tener idea de nada pero como si supieras mucho eliminando a la vez y expresando ego y energía nerviosa. Recordar jugar a las máquinas en una pizzería viniendo del colegio, grandes reflejos se tenían. A lo mejor valías más que muchos pero no querías que se te notara. La gente no era buena ni mala y tú eras casi un niño. Después te hiciste un hombre en una sociedad perversa.
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